La comida (La fiesta de los 15 años de Antonia)

La organización de la fiesta de los 15 años andaba muy bien. Tenían el lugar y la lista de invitados. En el fondo de la casa, ya estaban los materiales para hacer el merendero, y la mano de obra la pondrían familiares y amigos de sus padres. Faltaban varios meses, y todo iba a estar listo para principios de noviembre. Les iba a quedar tiempo para limpiar, adornar, preparar todo para la fiesta.

Un día, Antonia encontró a sus padres en la cocina haciendo cuentas con expresión de preocupación. —¿Qué os pasa? ¿Por qué estáis tan serios? —Estamos haciendo cuentas y viendo cómo vamos a pagar los gastos del cumpleaños. Entre la comida, la música, la ropa... Pero tú no te preocupes, lo vamos a solucionar de alguna forma —dijo el padre. —Como dice la abuela, no hay que preocuparse, hay que ocuparse —dijo Antonia y puso agua para el café.

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Evangelio del domingo, 16 de diciembre de 2018

Este tercer domingo se llama: “Domingo de la alegría”. Todos nos sentimos un poco motivados a ella, porque está ya cerca la Navidad. Pero muchas veces nos basamos en la alegría barata y hueca que nos quieren dar los anuncios de compras y de fiestas mundanas. Hoy la liturgia nos invita a una alegría sincera y profunda, que es un don del Espíritu, que no tiene directa relación con el placer o la comodidad o la fortuna, ni es cuestión de temperamento, sino de la gracia y del saber que “el Señor está cerca”.

Ya en la primera lectura de la misa el profeta Sofonías alienta a la alegría, porque después de muchas calamidades, el Señor se iba a hacer presente con sus dones. Pero es san Pablo, en la segunda lectura, quien de una manera más imperiosa y urgente nos dice que debemos estar alegres. Y lo repite. Ya veía él lo que es una realidad entre nosotros: que es muy frecuente la tentación de la tristeza, del pesimismo. Y por lo tanto no se puede seguir a Cristo estando tristes. Santa Teresa decía: “Un santo triste es un triste santo”. Quería decir que era un santo falso o que no lo era.

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La fiesta de los 15 años de la abuela

Al día siguiente de decidir dónde haría la fiesta de los 15 años, Antonia fue a la casa de la abuela a almorzar. Tenía muchas ganas de contarle cómo estaban organizando la fiesta y de preguntarle cómo había celebrado ella sus 15. La abuela la esperaba con su comida preferida: patatas fritas con huevo frito y pan tostado, calentito con aceite de oliva y rodajitas de salamín. No era una comida muy sana, pero la abuela se había criado con esa comida y gozaba de muy buena salud. —No es para comer todos los días —decía la abuela—, pero, de vez en cuando y con muy buena compañía y buena charla, la comida siempre cae bien.

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40 años de la Constitución

Fidel Herráez Vegas (Arzobispo de Burgos)

gil hellin

El pasado 6 de diciembre celebrábamos el cuarenta aniversario de nuestra Constitución. Permitidme que hoy comparta con vosotros algunas reflexiones, al hilo de este tema. Porque la Iglesia, como dice el Concilio Vaticano II, «se siente íntima y realmente solidaria del género humano y de su historia» y «nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón» (GS 1). La Constitución ha sido un hito importante en nuestra historia reciente, fruto del consenso y de la generosidad de todos, donde confluyeron diferentes y legítimas sensibilidades, y que nos ha permitido convivir y superar pacíficamente los lógicos conflictos de la convivencia. Como dijimos los Obispos españoles, la Constitución de 1978 «ha propiciado años de estabilidad y prosperidad, con las excepciones de las tensiones normales de una democracia moderna» y solo fue posible «sobre el trasfondo espiritual de la reconciliación, basada en el consenso de todas las fuerzas políticas». En una nueva sociedad española, caracterizada por ser democrática, pluralista y laica, la Constitución sirvió para sellar la necesaria reconciliación de los españoles y sigue siendo un punto de convergencia válido para nuestro próximo futuro.

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Evangelio del domingo, 9 de diciembre de 2018

En esta segunda semana de Adviento tenemos que estar abiertos a la esperanza, al cambio, a vivir anunciando la Buena Nueva, aunque en algunos momentos nos sintamos desfallecer. Preparémonos en estos días, como si fuese la primera y última, para recibir el gran regalo que nos trae la Navidad. Vivamos intensamente la celebración de la Eucaristía porque es el encuentro fraternal entre el Padre y sus hijos.

Caminemos unidos. Salgamos juntos al encuentro de Dios que se hace niño para compartirse, darse, entregarse y regalarnos la salvación; salvación que viene para todos, sin discriminación de razas o culturas, de edades, sin distinción de adhesiones políticas o religiosas. Dios está por encima de todos los condicionamientos, Dios no tiene fronteras.

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Parroquia Sagrada Familia