Evangelio del domingo, 2 de junio de 2019

 

Estamos llegando al final del tiempo pascual. Jesús resucitado ha prolongado su presencia entre los discípulos durante cuarenta días, hablándoles acerca del Reino de Dios, el tema central de su mensaje y la causa de su vida y de su muerte. Y les hace una promesa muy importante: recibirán la fuerza de lo alto, el Espíritu Santo, que les acompañará siempre.

Lucas se sirve del misterio de la ascensión para indicar que ahora toca actuar a los discípulos, porque ellos son los escogidos y enviados por el Resucitado para seguir sumisión. Han pasado los tiempos de prueba, han experimentado que Cristo ha resucitado y vive, y el mensaje de Jesús no pude perderse. Hasta ahora ha sido Jesús quien ha actuado; pero ha llegado el momento en que son ellos, la Iglesia, quien tiene que coger el timón y comenzar a predicar el mensaje del Reino. Todos los hombres estamos llamados a predicar el mensaje de la salvación.

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Pesadilla...

Hay personas que no recuerdan los sueños, hay otras que los pueden contar hasta con colores y olores. Algunas frecuentan pesadillas y despiertan con sensaciones feas. Aunque se pretenda ignorarlo, siempre los sueños hablan de algo que habita en la interioridad: un sentimiento, una idea, una palabra escuchada al azar, un deseo... Paula era muy ordenada, planificaba todas las actividades diarias. Por la noche, antes de dormir, hacía una lista de lo que haría al día siguiente, con horario para cada cosa.

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Plegaria a María

Fidel Herráez Vegas (Arzobispo de Burgos)

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Estamos concluyendo el mes de Mayo. Tradicionalmente los cristianos dedicamos este mes a profundizar, reavivar y manifestar de diversos modos nuestra devoción a María. Todas las parroquias y comunidades colocan la imagen de María, durante estos días, en lugares privilegiados, sus altares se llenan de flores y, en torno a Ella, se reza, se canta y se celebra algún acto que muestra el amor y cariño de sus hijos. Además, por estas fechas se suceden muchas romerías que congregan a cientos de personas en torno a las ermitas y santuarios que abundan en nuestros pueblos. También la ciudad de Burgos el próximo domingo subirá con la Virgen Blanca hasta la campa del Castillo donde estuvo su ermita. ¡Qué hermoso ver al santo Pueblo de Dios caminar y reunirse en torno a su Madre!

Coinciden todas estas muestras de fe con el tiempo pascual en el que nos encontramos. María tiene, precisamente, un papel fundamental en el caminar de la naciente Iglesia. Ella persevera con los apóstoles en la espera del Espíritu Santo y alienta los primeros trabajos misioneros. Ella, que es la primera Discípula Misionera porque vivió como nadie las Bienaventuranzas, está presente en el caminar de la Iglesia desde el comienzo hasta nuestro tiempo. Ella, modelo de fe, de caridad y de unión con Cristo, «brilla ahora en nuestro camino y es signo de consuelo y firme esperanza» (Prefacio IV de Santa María). Los evangelistas presentan a la Virgen con rasgos que bien pueden actualizar y renovar nuestra devoción a María, la Madre de Jesús. Él mismo nos la dio por Madre. Y ello nos estimula a amarla, imitarla, invocarla y acudir a Ella con verdadera ternura y confianza de hijos.

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Evangelio del domingo, 26 de mayo de 2019

Estas palabras son de la despedida de Jesús a los apóstoles en la Ultima Cena; pero son palabras que Jesús podría haber repetido en su despedida antes de subir al cielo, cuya fiesta de la Ascensión celebraremos el próximo domingo. La despedida de Jesús es diferente de la de otra persona, aunque sea familiar o de mucha amistad, que se va, sobre todo en la muerte, aunque nos deje algún recuerdo. Jesucristo se va, pero se queda. Y se queda de muchas maneras: en la Eucaristía, en su palabra, en la Iglesia. Pero hoy nos dice que se queda dentro de nosotros por medio del amor.

Esto puede parecer muy simple, porque otras personas en cierto sentido se quedan por el amor en el recuerdo. Jesús promete que hará “morada” en aquel que le ama. En Dios el amor no es algo abstracto o etéreo, sino que realiza una unión real. Se trata de una unión real del Padre con el Hijo y el Espíritu Santo. Sólo se necesita que cada uno de nosotros correspondamos a su amor “guardando su palabra”. Este guardar está unido con el cumplir, como la Virgen María que guardaba las palabras de Jesús en su corazón, no para que se quedasen ocultas, sino para hacerlas vida. Y la vida de las palabras de Jesús es el amor. Cuanto más amemos, más profundamente habitará Dios en nosotros. Por eso podemos hablar íntimamente con quien habita en nosotros.

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Entramado

Carlos era un ser libre. Así lo definía su padre. Él le había enseñado a hacer aquello que sentía o hacer lo que tenía ganas. Una vez, quiso ir a jugar paddle, y el padre lo apuntó en un club. Cuando se cansó y le dijo que no quería ir más, no lo llevó más. Lo mismo pasó con el ajedrez, natación, fútbol... Esta forma de ser, le traía algunos conflictos porque sus amigos se enfadaban cuando lo invitaban a algún lado y él no iba porque no tenía ganas, o cuando les decía barbaridades sólo porque era lo que sentía. —Yo sólo obedezco a lo que siento —decía Carlos. Cierta vez, se organizó en la escuela una orquesta. Era una actividad fuera de las actividades para los estudiantes que desearan asistir. No tenían que pagar, y les daban los instrumentos que quisieran.

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Parroquia Sagrada Familia