Todos los años, o en el domingo después de Navidad, y si no el día 30, se celebra la fiesta de la Sagrada Familia. Todos los seres humanos fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios; pero Dios no es un ser solitario, sino una familia de tres formando una estricta unidad. Por eso nosotros nacemos en familia y seremos más semejantes a Dios cuanto más unida esté la familia en amor. Hoy se nos propone la familia de Jesús, María y José como el ejemplo a seguir y la protección para pedir y esperar.
Este año, que es el ciclo C, se nos propone en el evangelio la escena de la vida de Jesús, que solemos decir: “El Niño Jesús perdido y hallado en el templo”. La primera virtud que nos enseña a las familias es el cumplimiento del deber religioso. Era la Pascua y los hombres debían acudir al templo de Jerusalén. Las mujeres no estaban obligadas; pero María iba por devoción. Los niños no solían ir; pero Jesús ya no era un niño. Tenía doce años y estaba en el límite en que comenzaban a tener obligación a los trece años. Los tres fueron gozosos para adorar a Dios en el templo. El problema estaba al llegar al templo, pues los hombres y mujeres debían estar en patios diferentes. Los niños solían estar con las madres; pero Jesús ya era mayorcito y casi seguro que iría con san José, especialmente porque tendría mucho interés en escuchar a alguno de los doctores de la ley. No sabemos cómo pudo ser, pero el hecho es que Jesús se perdió. Yo no puedo creer que Jesús intencionadamente quiso quedarse sin decir nada a María o a José dándoles un disgusto. El gentío cada vez era mayor. Quizá José pensó que Jesús se había ido donde María, como cuando era más pequeño.
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Ya estaba organizado el lugar en dónde iba a ser la fiesta, la comida, la música... Faltaba el vestido. La tía y la prima fueron con varias revistas para elegir el modelo o comenzar a pensar en qué le gustaría. Había de todo. Vestidos sencillos, y otros que parecían de alta costura. Antonia miraba y miraba, escuchaba los comentarios y no decía nada. —¿Tienes alguna idea de lo que quieres? ¿Aunque sea el color? Antonia no contestó. Tenía un problema con el vestido. Le gustaban mucho los vestidos largos, los hombros al aire, mucha tela... Sin embargo, cuando ponía su rostro en lugar del de la modelo, no se veía para nada con ese vestido. O sea, le parecía muy bonito, pero como algo para ver en otra chica. No se imaginaba comiendo sopa ni asados, ni sentándose sobre el césped o los troncos de su jardín con ese vestido. Tampoco se imaginaba con zapatos de tacón de punta. Una vez se puso los de su madre y casi se mató cuando un tacón se le metió en el barro. Antonia disfrutaba de ese momento de ver vestidos, de escuchar a su madre, a su tía, a su prima y hasta a su hermano, que se había sumado a la crítica.
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En la última oración de la misa de este día pedimos que tengamos el deseo de celebrar dignamente el nacimiento de Jesús. Y para poder celebrarlo dignamente en este último domingo antes de Navidad nos fijamos todos los años en la Stma. Virgen María. Ella fue la que mejor se preparó para el nacimiento de Jesús y la que nos puede ayudar, como madre nuestra espiritual, para que Jesús nazca en nuestro corazón.
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ORACIÓN POR LA FAMILIA
Oh Dios, de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra, Padre, que eres Amor y Vida, haz que en cada familia humana sobre la tierra se convierta, por medio de tu Hijo, Jesucristo, "nacido de Mujer", y del Espíritu Santo, fuente de caridad divina, en verdadero santuario de la vida y del amor para las generaciones porque siempre se renuevan.
Haz que tu gracia guíe a los pensamientos y las obras de los esposos hacia el bien de sus familias y de todas las familias del mundo.
Haz que las jóvenes generaciones encuentren en la familia un fuerte apoyo para su humanidad y su crecimiento en la verdad y en el amor.
Haz que el amor, corroborado por la gracia del sacramento del matrimonio, se demuestre más fuerte que cualquier debilidad y cualquier crisis, por las que a veces pasan nuestras familias.
Haz finalmente, te lo pedimos por intercesión de la Sagrada Familia de Nazaret, que la Iglesia en todas las naciones de la tierra pueda cumplir fructíferamente su misión en la familia y por medio de la familia.
Tú, que eres la Vida, la Verdad y El Amor, en la unidad del Hijo y del Espíritu santo.
San Juan Pablo II
(Fotografías del Belén Navideño de la parroquia Sagrada Familia)