¿Estamos preparados?

Santa Teresa de Calcuta comentó que, un día, iba junto con sus Hermanas de la Caridad y tropezaron en la calle con un borracho. Creyendo que era una oportunidad para acercarse a él, el hombre tan pronto las vio, comenzó a gritar: “¡Váyanse! ¡No estoy preparado!”. Las monjitas se le acercaron para decirle que no se asustara, que eran solo hermanas. A lo que él contestó: “No, no: ustedes son ángeles del cielo, Dios me ha tomado por sorpresa... ¡y yo no estoy preparado todavía!”. Finalmente, el hombre volvió a ver a Teresa otro día y se reconcilió con Dios.

Y nosotros... ¿estamos preparados?. La realidad de la Iglesia es su peregrinar hacia la casa del cielo. En el camino, debemos purificarnos de lo que opaca nuestro ser cristiano. Esa es la intención de oración de esta liturgia. Una vez purificados, alcanzamos la alegría porque hay un regreso al seno de Dios.

Un nuevo hogar

En el bosque, hubo una gran tormenta. Rayos, truenos, árboles caídos. Los animales se escondían donde podían. Algunos abandonaron sus hogares y se refugiaron en las cuevas, aunque sabían que allí también amenazaba el peligro; eran habitadas por animales más grandes que seguramente no se alegrarían con los refugiados. Las ardillas residían desde hacía muchas generaciones en un árbol del centro del bosque, el más longevo. Estaba prácticamente hueco y, por eso, era ideal para acumular las semillas, las bellotas y refugiarse del calor y del frío. Durante la tormenta, las ardillas, conocedoras de los sonidos de la naturaleza, reconocieron que algo extraño sucedía en el árbol. No eran los ruidos comunes de la madera crujiendo.

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Obediencia a Dios

Raúl no había escuchado hablar mucho de Dios. Algunos de sus compañeros de la escuela iban a la parroquia para tomar la Primera Comunión y le contaban cosas que aprendían de la catequista. Le decían que había 10 mandamientos para cumplir, pero que, por suerte, se podían resumir en uno. Cuando les contó a sus padres que sus amigos iban a catequesis, le ofrecieron llevarlo. Raúl dijo que no, que no quería más mandamientos, que ya tenía suficiente con la escuela. Sus padres intentaron explicarle que no era así, que era bueno tomar la Comunión, que ellos lo habían hecho... Pero no pudieron convencerlo.

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¡Qué me conviene!

Hay frases que se repiten en las familias. “No se toma vino si se come sandía”, “hay que esperar dos horas después de comer para meterse en la piscina”, “no se levantan las cosas de la calle”... En la familia de Andrés, tenían la costumbre de decirle de quién podía ser amigo o no. “Ese te conviene, esa no”. Algunas veces, tenía sentido, pero otras, era porque las madres no se llevaban bien o los padres se habían peleado. La frase: “No te juntes con...” resonaba permanentemente en Andrés, que fue dejando de lado amigos y compañeros con los que ni siquiera trabajaba durante la hora de clase.

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Pesadilla...

Hay personas que no recuerdan los sueños, hay otras que los pueden contar hasta con colores y olores. Algunas frecuentan pesadillas y despiertan con sensaciones feas. Aunque se pretenda ignorarlo, siempre los sueños hablan de algo que habita en la interioridad: un sentimiento, una idea, una palabra escuchada al azar, un deseo... Paula era muy ordenada, planificaba todas las actividades diarias. Por la noche, antes de dormir, hacía una lista de lo que haría al día siguiente, con horario para cada cosa.

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Parroquia Sagrada Familia