Fidel Herráez Vegas (Arzobispo de Burgos)
A lo largo de esta semana, los más pequeños de nuestra casa han comenzado ya el curso escolar. Los hemos visto, en medio del lógico esfuerzo, con la ilusión del que estrena algo nuevo, con las ganas de crecer y encontrarse con sus compañeros en una nueva aventura de la vida que les abre a la novedad y a la sorpresa. Con ayuda de sus profesores y de su familia, se inicia para ellos una oportunidad de crecimiento, no solo en los saberes de la inteligencia, sino en todas las diversas dimensiones que configuran a la persona. En estos próximos días harán lo mismo los más mayores de la casa y los que cursan estudios universitarios. A todos quiero animarles a ir descubriendo la auténtica sabiduría, que es la que nos hace, más allá de los estudios, saborear y vivir con autenticidad la vida de cada día. Igualmente, a cuantos trabajan en el campo de la educación prestando este inestimable servicio, les aliento y respaldo en su no fácil tarea para que, dando lo mejor de sí mismos, ayuden a avanzar a nuestra sociedad por caminos constructivos de auténtica solidaridad y fraternidad.
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Fidel Herráez Vegas (Arzobispo de Burgos)
Como ya os decía el domingo pasado, al iniciarse este nuevo curso pastoral, deseo invitaros con toda intensidad, y con la ilusión del primer día, a seguir trabajando todos juntos en el futuro de nuestra Iglesia diocesana. Pronto se cumplirán dos años de mi estancia entre vosotros. A lo largo de los meses, de tantos encuentros y diálogos, he comprobado lo que gracias a Dios vamos consiguiendo en los pasos que hemos ido planificando y he podido ir constatando el amor con el que tantos cristianos se sienten vinculados a la vida eclesial.
Al mismo tiempo he ido percibiendo que hay algunas cuestiones que os preocupan e interpelan precisamente por amor a esta Iglesia concreta, nuestra querida Iglesia en Burgos. De ellas, os invito a que pongamos nuestra atención y trabajo en dos de especial urgencia e importancia: la transmisión de la fe a las nuevas generaciones, de modo especial en el proceso de iniciación cristiana, y la reestructuración de la diócesis para un mejor servicio pastoral. Son temas de hondo calado, en los que en gran medida está en juego el mañana de nuestra diócesis y el cumplimiento de su misión. Por eso, debemos afrontarlos como discípulos de Jesús, con confianza filial en el Padre y con docilidad al soplo del Espíritu.
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Fidel Herráez Vegas (Arzobispo de Burgos)
Recuerdo haber visto un cartel que estaba a la puerta de un establecimiento, a modo de publicidad o de reclamo después del verano, en el que se leía: «las vacaciones terminan, el servicio sigue». Pienso que no es mal slogan para retomar también nuestro servicio pastoral que, sin dejar de haberlo ofrecido durante los meses veraniegos, sí podemos y debemos hacerlo ahora con la fuerza, el impulso, y la novedad de todo lo que empieza.
De nuevo nos ha llegado septiembre. Muchos de nosotros hemos podido disfrutar algún tiempo de vacaciones; otros, por motivos diversos, no habéis tenido esa posibilidad. En ambos casos, el verano siempre implica unos ritmos diversos y, mientras se puede, más relajados. Los cristianos sabemos que todo tiempo es un regalo que Dios nos concede para vivir su presencia y comunicarlo en nuestra vida diaria. Ahora nos toca volver a las tareas pastorales en las que estamos embarcados en nuestra Iglesia de Burgos con un claro estilo de renovada ilusión, impulso, servicio y entrega.
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Fidel Herráez Vegas (Arzobispo de Burgos)
Nos encontramos ya en pleno periodo de verano. Un tiempo distinto que cambia la fisonomía de nuestro paisaje y nos saca de los habituales trabajos y ritmos del año. Al pasar por los campos de nuestra provincia observamos ya muchas de las tierras cosechadas. En las eras de nuestros pueblos pueden verse algunas de las parvas de trigo y de cebada, con una cosecha que hubiéramos deseado más abundante. El paisaje rural se transforma por unos meses, llenándose las calles de bullicio y de gente que busca el descanso y la tranquilidad de nuestros pueblos, y quién sabe si también las raíces y la propia identidad. Por el contrario, el paisaje de nuestra ciudad se muda para vaciarse en sus calles y llenarse de infinidad de turistas que visitan los encantos de nuestra capital y provincia.
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