Luego de conocer la casa de Arroyo Corto y ver el tamaño de las habitaciones, los chicos pensaron que no era necesario deshacerse de los juguetes que habían acumulado a lo largo de los años. Quizás, al principio los deberían dejar en las cajas, hasta que pusieran estantes; la casa era inmensa, especialmente si la comparaban con el apartamento de dos dormitorios en la Ciudad. Los padres pensaban que muchos de esos juguetes ya no los usaban y que hubiera sido una buena oportunidad de dejarlos o regalarlos. Sin embargo no quisieron presionarlos; eran muchos los cambios que iban a tener. También fue difícil dejar ropa. Aunque les quedara pequeña, no querían deshacerse de nada.
Continuar leyendo
Marcela llegó a un arreglo con la empresa en la cual trabajaba. Dos veces al mes debería ir a la ciudad y el resto del tiempo podría trabajar desde su casa. La apreciaban mucho y sabían que cumpliría con el trato. Daniel renunció a su trabajo, pero el dueño de la ferretería que lo estimaba mucho se ofreció a ayudarlo para que abra su propio negocio en Arroyo Corto. Los dos estaban muy ocupados con estos temas, mientras los niños organizaban qué llevarían a la nueva casa.
Continuar leyendo
La familia Gabini vivía en la ciudad de Buenos Aires. Marcela y Daniel, mamá y papá. Carlitos, Lucrecia y Marisol, hijo e hijas. Marcela trabajaba como diagramadora para una empresa de indumentaria. Daniel era vendedor en una ferretería. La ciudad de Buenos Aires les parecía muy bonita, les ofrecía muchas oportunidades; al mismo tiempo los devoraba, los aprisionaba.
Continuar leyendo
Jesús estaba adoctrinando a los apóstoles, preparándoles para la misión a la que les iba a enviar. Les había hablado de los peligros que podían tener en su predicación: ser perseguidos, insultados, estar entre lobos ellos que eran como ovejas. Y, claro, todo esto les había llenado de temor. Por eso Jesús les consuela y les dice: “No tengáis miedo”. Así también decía san Juan Pablo II desde el principio y otros papas.
Hoy también nos lo dice Jesús a nosotros, porque en este mundo, a pesar de decir que hay muchos adelantos, hay también muchos miedos. Y una señal de estos miedos es que todo se procura dejar bien cerrado: la casa, el coche o auto (recuerdo los años en que yo dejaba por la noche el coche abierto en la calle y con las llaves puestas). Hay miedo de perder el empleo, hasta de tener el dinero en el banco, miedo a los desastres, al terrorismo, etc. Y en el terreno religioso hay miedo a los cambios en la Iglesia, miedo al qué dirán en el apostolado, miedo al fracaso, a las críticas. La gente que vive atemorizada, suele pensar sólo en las fuerzas humanas y materiales. Y hasta los cristianos creemos poco en la ayuda de Dios.
Hoy Jesús quiere quitarnos los miedos como lo hizo con los apóstoles. Para ello les da unas razones:
Continuar leyendo