Un Año Jubilar en tiempo de pandemia
Fidel Herráez Vegas (Administrador apostólico de la diócesis)
Ayer inaugurábamos de modo solemne el Año Jubilar en nuestra Iglesia diocesana, en el marco del VIII Centenario de nuestra Catedral. Es un año santo, un auténtico Año de Gracia al que nos convoca el Señor. Por ello me ha parecido oportuno insistir hoy y el domingo próximo, en este acontecimiento tan importante para el presente y el futuro de nuestra diócesis, recogiendo algunas ideas de la Carta Pastoral que con este motivo he dirigido a toda la comunidad diocesana.
Tanto la celebración de ayer, como el recorrido inmediato del Año Jubilar, vienen marcados por la situación de pandemia que, con todas sus secuelas, nos envuelve y nos angustia desde hace varios meses. La alegría jubilar parece que queda empañada por los miedos y el sufrimiento que tan profundamente atraviesan nuestra sociedad y, en especial, los más vulnerables de entre nosotros.
Pero precisamente por ello, pienso que el Año Jubilar puede convertirse en una luz providencial que nos ilumine para descubrir dónde se encuentra la verdadera raíz de la alegría y de la esperanza que dan aliento a la fe cristiana. Cuando experimentamos tan de cerca la propia fragilidad y debilidad, nuestra mirada de creyentes se dirige al Dios creador y redentor, fuente de la vida y origen de todo bien. Y «si el afligido invoca al Señor, dice el salmo, Él lo escucha» (Sal 33).