Fidel Herráez Vegas (Arzobispo de Burgos)
Al ritmo del calendario litúrgico y de la vida eclesial se agolpan los temas de reflexión y no he llegado a comentar con vosotros, quiero hacerlo hoy, el acontecimiento de la Jornada Mundial de la Juventud, presidida por el Papa, y celebrada en Panamá durante los días 22 al 27 de enero. Estas Jornadas, que ahora se celebran cada dos años, nacieron por deseo expreso de San Juan Pablo II en 1985. Su especial sintonía con los jóvenes le llevó a idear este modo de que la Iglesia prestase atención a las nuevas generaciones, les convocase y se aproximase a ellas para acercarles a Jesucristo. Durante estos encuentros, el Papa buscaba acoger el mundo de los jóvenes con sus dificultades, búsquedas e inquietudes para transmitirles el Evangelio con un lenguaje cercano que pudieran entender mejor.
Se ha dicho que la JMJ es la invención más hermosa del Papa Juan Pablo II, pero él afirmaba que «son los mismos jóvenes los que la han inventado», porque sentían el deseo de encontrarse entre ellos, compartir su experiencia, escuchar una palabra de fe, mirar juntos hacia el futuro, orientar su vida, renovar y confirmar sus propio compromisos... En este sentido, las Jornadas, en un clima de encuentro orante y festivo, entonces y ahora «marcan momentos providenciales de reflexión; ayudan a los jóvenes a interrogarse sobre sus aspiraciones más hondas, a profundizar su sentido eclesial, a proclamar con creciente gozo y audacia la común fe en Jesucristo. Son momentos en los que muchos de ellos maduran opciones valientes e iluminadas, que pueden contribuir a orientar el futuro de la historia, bajo la guía, al mismo tiempo fuerte y suave, del Espíritu Santo» (Domingo de Ramos, 1992).
Continuar leyendo
—Yo voy a la escuela para estudiar, lo demás no me importa. Yo siempre cumplo, llevo las cosas, estoy en mi lugar cuando termina el recreo, yo estudio y saco buenas notas. Lo demás no me importa. No soy como otros que siempre llegan tarde, no terminan las tareas, se portan mal en la escuela... Por mí, el que no sabe y molesta o repite que se vaya de la escuela—, le decía todos los días Bárbara a su mamá, refiriéndose a Tobías—. Además, no para de molestarme, quiere estar todo el tiempo al lado mío...
Continuar leyendo
Acababa san Lucas de contarnos la elección de los doce apóstoles. Ahora ya ante ellos y con una gran multitud de gente que le sigue va a hacer la proclamación de las bienaventuranzas. Sabemos que san Mateo nos trae ocho bienaventuranzas y san Lucas sólo cuatro, aunque contrastadas con la parte opuesta que podemos llamar malaventuranzas. Quizá Jesús habló de unas y de otras en diversos momentos. Los evangelistas escogieron las que mejor les venía para su catequesis. Las ocho más conocidas de san Mateo son actitudes necesarias para quien quiera ser discípulo de Jesús. Las que hoy leemos, según san Lucas, son más bien como preámbulo o situaciones más aptas para recibir los mensajes de Jesús y poder ser discípulo suyo.
Continuar leyendo
Cuando Amanda se enteró de que iba a tener un hermanito o una hermanita, se enfadó mucho. Ella tenía todo ordenado, cada cosa en su lugar. Los juegos estaban enteros, no faltaba ni una ficha, y cada uno estaba en su caja original. Ella conocía las casas de sus amigos y sabía que los hermanos menores son un desastre. Rompían todo, escribían los cuadernos... De sólo pensarlo, le daba pánico. Se tranquilizó pensando que el bebé iba a dormir en el cuarto de sus padres. —Sí, por un tiempo; después va a dormir contigo -le dijo la madre. A los pocos meses, se enteró de que iba a nacer Daniel. Y pensó: “peor todavía, los hermanos varones son muy pesados.
Continuar leyendo