Vence la indiferencia y conquista la paz
—Yo voy a la escuela para estudiar, lo demás no me importa. Yo siempre cumplo, llevo las cosas, estoy en mi lugar cuando termina el recreo, yo estudio y saco buenas notas. Lo demás no me importa. No soy como otros que siempre llegan tarde, no terminan las tareas, se portan mal en la escuela... Por mí, el que no sabe y molesta o repite que se vaya de la escuela—, le decía todos los días Bárbara a su mamá, refiriéndose a Tobías—. Además, no para de molestarme, quiere estar todo el tiempo al lado mío...
Su mamá fue a la reunión de padres dispuesta a hablar mal de ese niño. Sin nombrarlo, iba a pedir que lo sacaran del aula, que tomaran alguna medida. No podía ser que hiciera lío todo el tiempo impidiendo que los otros estudiaran. Cuando la maestra terminó de hablar, preguntó si alguien quería decir algo. La mamá de Bárbara pidió la palabra, pero la maestra señaló primero a otra mamá. —Yo quiero decir que hace unas noches, volvía a mi casa y vi una familia que, con un carrito estaba buscando en la basura. Los papás iban caminando y los niños sobre los cartones. El más grande llevaba las correas del caballo. Cuando miré bien, me pareció que era Tobías, pero él dio rápidamente vuelta la cabeza para no mirarme. Entonces decidí ir a visitarlo. Ahí me enteré de que Tobías trabaja desde que sale de la escuela hasta la noche cuidando a sus hermanos, ayudando a juntar cartones, cocinando, limpiando... Sus padres están muy orgullosos de él porque además va a la escuela. Ellos no pudieron terminar la primaria y están muy contentos de que Tobías sí lo haga. Sé que le está yendo un poco mal y, por eso, me ofrezco para hacer algo, para acompañarlo, enseñarle... No sé quizás entre todos se nos ocurra qué hacer. Tal vez hablar con nuestros hijos para que lo entiendan, no lo juzguen... —Sí, algo hay que hacer -dijo la maestra y señalando a la mamá de Bárbara, le dio la palabra. —Bueno, yo también iba a hablar de Tobías porque sé que sus actitudes hacen que algunos se peleen o discutan o no puedan aprender bien.
Pero después de escuchar a esta mamá, creo que hice lo más fácil: no me involucré, no busqué por qué pasaba eso... Ahora entiendo mucho de lo que me contó mi hija. Por qué está cansado, por qué les saca la comida a algunos chicos... El resto de los presentes dijeron algo similar y llegaron a la conclusión de que podían hacer algo por Tobías y por todos los chicos. Por ejemplo, recuperar una costumbre de Jardín. turnarse para llevar galletitas por semana para que la maestra las pusiera en varias canastas. Así, el que tuviera hambre, aunque estuviera en hora de clase, pudiera comer. De esa forma, cuando dejaron de ser indiferentes y comprendieron que podían hacer algo por el otro, todos comenzaron a estar mejor.
¿Sientes que eres indiferente ante algunas situaciones? ¿Te interesas en saber qué le sucede al que está a tu lado?. Una forma de ser felices, es hacer a los demás lo que nos gusta que nos hagan a nosotros. Porque nadie puede ser feliz solo. Para ser verdaderamente felices, tenemos que vivir amándonos y ayudándonos unos a los otros.