Evangelio del domingo, 9 de octubre de 2022

Hoy se nos dice que a Jesucristo le gusta mucho el agradecimiento. A veces es lo único que podemos dar; pero, si es sincero, basta. Hacia Dios nuestro agradecimiento debe ser continuo, porque continuamente estamos recibiendo dones de su bondad. Quien no da gracias a Dios es porque cree que no le debe nada. Pero a Dios le debemos todo y debemos saber agradecer de corazón. La gratitud no es sólo un acto de cortesía o de buena educación, como cuando un padre le dice a su hijo pequeño, a quien le han dado un regalo, ¿Cómo se dice?, para que diga “gracias”. 

Agradecer es reconocer que lo que tenemos no nos pertenece, sino que se nos ha dado libremente por amor. Cuando uno compra algo, no tiene que agradecer por el intercambio, aunque está bien el agradecer la amabilidad con que se puede hacer ese intercambio. Pero ante Dios estamos ante una donación por su parte, a la que debemos corresponder con agradecimiento que incluye un acto de humildad. Y siempre hay motivos para agradecer el don de la vida y todas las circunstancias de la vida.

Continuar leyendo

¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!

Hoy podemos comprobar, ¡una vez más!, cómo nuestra actitud de fe puede remover el corazón de Jesucristo. El hecho es que unos leprosos, venciendo la reprobación social que sufrían los que tenían la lepra y con una buena dosis de audacia, se acercan a Jesús y —podríamos decir entre comillas— le obligan con su confiada petición: «¡Jesús, Maestro, ¡ten compasión de nosotros!» (Lc 17,13).

La respuesta es inmediata y fulminante: «Id y presentaos a los sacerdotes» (Lc 17,14). Él, que es el Señor, muestra su poder, ya que «mientras iban, quedaron limpios» (Lc 17,14).

Esto nos muestra que la medida de los milagros de Cristo es, justamente, la medida de nuestra fe y confianza en Dios. ¿Qué hemos de hacer nosotros —pobres criaturas— ante Dios, sino confiar en Él? Pero con una fe operativa, que nos mueve a obedecer las indicaciones de Dios. Basta un mínimo de sentido común para entender que «nada es demasiado difícil de creer tocando a Aquel para quien nada es demasiado difícil de hacer» (Beato J. H. Newman). Si no vemos más milagros es porque “obligamos” poco al Señor con nuestra falta de confianza y de obediencia a su voluntad. Como dijo san Juan Crisóstomo, «un poco de fe puede mucho».

Y, como coronación de la confianza en Dios, llega el desbordamiento de la alegría y del agradecimiento: en efecto, «uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz; y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias» (Lc 17,15-16).

Pero..., ¡qué lástima! De diez beneficiarios de aquel gran milagro, sólo regresó uno. ¡Qué ingratos somos cuando olvidamos con tanta facilidad que todo nos viene de Dios y que a él todo lo debemos! Hagamos el propósito de obligarle mostrándonos confiados en Dios y agradecidos a Él.

Vivamos las Témporas de acción de gracias, petición y perdón

Mario Iceta Gavicagogeascoa (Arzobispo de Burgos)

mario iceta

 

 

 

Queridos hermanos y hermanas:

Esta semana hemos celebrado las Témporas de acción de gracias, petición y perdón que la comunidad cristiana ofrece a Dios, una vez terminadas las vacaciones y la recolección de las cosechas.

El día de las Témporas, que nació en Roma y se difundió con la liturgia romana, es una ocasión propicia y muy especial para realizar una oración comunitaria, familiar y fraterna, teniendo presente la manera en que Cristo asume el trabajo humano como un ofrecimiento amoroso al Padre. Porque la manera de cuidar aquello que Dios nos regala es el resultado del amor que nosotros le profesamos. Y así hemos de cuidar la Casa común, solo si dejamos que Dios roce con sus propias manos nuestra alma.

Por medio de esta oración, el Pueblo de Dios agradece los frutos espirituales y humanos recibidos en este tiempo de petición y de acción de gracias. Un gesto en clave de agradecimiento por los frutos de la tierra y por su incansable bendición sobre el trabajo que los hombres y las mujeres del mundo llevan a cabo, en todos y cada uno de los rincones donde, con su buen hacer, plantan la semilla del Evangelio.

Continuar leyendo

Evangelio del domingo, 2 de octubre de 2022

Estamos rodeados de testimonios edificantes, de personas ejemplares, coherentes, generosas... Pero tenemos la costumbre de fijarnos y hablar sólo de los “escándalos” que por ahí nos encontramos. Aquel joven, la vecina, un político... todos pasan por nuestro tribunal.

Es una realidad innegable que, como hombres que somos, tenemos debilidades y flaquezas (Si alguien no las tiene, puede inscribirse en el registro de los ángeles sobre la tierra), que, por lo demás, son evidentes a los ojos de los demás, sobre todo en algunas ocasiones. Algunas veces hasta pueden provocar escándalos.

Sin embargo, la inspiración divina bien colocó este pasaje seguido inmediatamente de otro que versa sobre el perdón. Nuestra tarea no es entonces juzgar ni mucho menos buscar como detectives los “talones de Aquiles” de nuestro prójimo. Será mejor si, por nuestra parte, nos esforzamos para dar el mejor testimonio, y si fijamos nuestra atención en las virtudes de los demás.

Continuar leyendo

San Francisco y el cántico de las criaturas

Mario Iceta Gavicagogeascoa (Arzobispo de Burgos)

mario iceta

 

 

 

Queridos hermanos y hermanas:

«Hemos sido llamados para curar las heridas, para unir lo que se ha venido abajo y para llevar a casa a los que han perdido su camino». Estas palabras de san Francisco de Asís resuenan, de manera especial, en mi corazón esta semana, cuando celebramos la fiesta del fundador de la orden franciscana: un horizonte de pobreza y sencillez, escondido a los sabios y entendidos, y revelado a los pequeños (cf. Mt 11,25).

San Francisco lo abandonó todo y se desvistió de cualquier tipo de riqueza para abrazar, de una vez y para siempre, la vida de Cristo. Si Él, siendo rico, se hizo necesitado para enriquecernos con su pobreza (cf. 2 Co 8,9), el santo de Asís renunció a todos los bienes paternos para cuidar a los más pobres; hasta tal punto de pedir limosna con la intención de que a ninguno de ellos les faltase un trozo de pan.

El Papa Francisco, en una homilía pronunciada en Asís en octubre de 2013, preguntaba dónde comienza el camino de este santo italiano hacia Cristo; y confesaba que emprende «con la mirada de Jesús en la cruz». Una invitación –la del Santo Padre– a mirarnos por dentro para, así, sintiéndonos frágiles y pequeños, dejarnos mirar por Él.

Continuar leyendo

Parroquia Sagrada Familia