El reto del trabajo decente
Fidel Herráez Vegas (Arzobispo de Burgos)
Hoy se celebra la Jornada Mundial del Trabajo Decente. Una iniciativa promovida por diversas organizaciones sociales que quiere hacernos caer en la cuenta de la importancia que tiene el trabajo para los seres humanos, como instrumento que contribuye a su dignidad y realización personal. Trabajo decente es aquel que responde a las aspiraciones legítimas de las personas durante su vida laboral: acceder a un empleo con un salario digno, la seguridad en el lugar de trabajo, la protección social para sus familias; y mejores perspectivas, en general, de desarrollo personal e integración social. Precisamente por eso, y porque el trabajo es siempre un acto humano, requiere una dignidad en sus condiciones, en su realización, en sus formas que, por desgracia, hoy está muy lejos de ese ideal.
La Iglesia no es ajena a esta realidad. Ya Benedicto XVI en la Encíclica Caritas in Veritate lanzaba un llamamiento para «una coalición mundial a favor del trabajo decente» (CIV 63). Hoy la Iglesia se suma a esta reivindicación a través de la iniciativa «Iglesia por el trabajo decente», promovida por entidades católicas. Precisamente a lo largo de esta semana se han tenido diferentes actos en nuestra Diócesis de solidaridad y de plegaria. Éstos han estado secundados por distintas instituciones eclesiales, lo que nos hace tomar conciencia de cómo las condiciones de trabajo repercuten seriamente en los variados aspectos de la vida personal, familiar, eclesial y social. De ello son testigos los voluntarios de la cárcel o de Cáritas, o los diferentes militantes presentes en el mundo obrero, o aquellos que realizan sus compromisos en el ámbito de la emigración... A todos ellos agradezco de corazón sus gestos solidarios, la entrega generosa y el esfuerzo para recordarnos, con ocasión de esta Jornada, la importancia y el reto del trabajo decente para la dignidad de las personas.