El itinerario que os invito a recorrer
Fidel Herráez Vegas (Arzobispo de Burgos)
Con el salmo de la liturgia del domingo, hoy repetiremos con renovada fe y confianza: «Caminaré en la presencia del Señor»... Bueno es que lo digamos con el convencimiento de que Él camina a nuestro lado y con una decidida actitud de reemprender el camino de la acción evangelizadora en el inicio del nuevo curso pastoral. Las actividades de la vida eclesial son en gran medida las habituales, pero están siempre reorientadas por las circunstancias, por los desafíos y por las posibilidades de cada momento. El camino que venimos recorriendo juntos desde hace casi tres años va encontrando nuevas sendas que nos invitan al compromiso y a la creatividad. Las actividades de siempre se pueden enriquecer con proyectos nuevos y motivadores. Os invito a recorrer juntos el itinerario de este curso con algunas particularidades que deseo comentaros.
A lo largo de los próximos meses seguiré realizando la Visita Pastoral, cuyo recorrido llevo ya bastante avanzando, con la ayuda de Dios. Es una tarea prioritaria del obispo, que le permite palpar más directamente la realidad de la diócesis. Está siendo para mí una actividad muy satisfactoria, porque experimento una Comunidad diocesana con rostros y con nombres, gracias a los cuales, como os decía en mi Carta Pastoral, la Iglesia está presente en el tejido social, en contacto con el palpitar del pueblo y de sus necesidades y sentimientos más auténticos. Esta experiencia tan intensa, después de un largo recorrido, reclama una evaluación, un discernimiento, que ya podremos ir haciendo y debemos realizar entre todos.
También a lo largo del curso irá llegando a su última etapa, según lo programado, el actual Plan de Pastoral diocesano, que pretende, como sabéis, crear un marco y un lugar de encuentro para todos los que nos sentimos miembros activos de la diócesis. Por eso habrá que ir perfilando un nuevo Plan que oriente y estimule la acción diocesana para los años sucesivos, con los objetivos y actividades que mejor respondan a las circunstancias del momento. Ello nos brinda otra ocasión y otro estímulo para la evaluación y para el discernimiento: juntos hemos de valorar, con lucidez y serenidad, también con pasión evangelizadora, lo que hemos conseguido, lo que podemos mejorar y lo que deberíamos crear o recrear. Tanto la Visita Pastoral como el Plan Pastoral diocesano pretenden que, cuando hablamos de Familia o de Pueblo de Dios, estemos hablando de una experiencia real, que nos reencontremos como Iglesia concreta, como un «nosotros» donde se integren, se sumen y se complementen las diferencias y las características de cada uno de los bautizados.
También quiero referirme hoy al estímulo y nueva motivación que nos ofrece en este momento concreto la preparación de la celebración del VIII Centenario de la Catedral, que es como decir del nacimiento de nuestra diócesis. El hermoso edificio que hoy contemplamos asume y prolonga el origen de la Iglesia en nuestra tierra burgalesa, desde su sede inicial en Oca y posteriormente desde el año 1075 en nuestra ciudad. También la Catedral actual nos hace presente un camino, un itinerario, que la Iglesia que somos ha ido recorriendo a través de tantos siglos hasta hoy. Este Octavo Centenario ha de ser para nosotros una celebración del gozo de ser Iglesia, experimentado por tantos hombres y mujeres, que han sido testigos del Evangelio de la Vida en esta tierra castellana y en tantas regiones del mundo entero. Como he dicho en alguna ocasión, aunque la Catedral no fuera más que una tienda de campaña, para nosotros seguiría siendo el lugar de nuestras raíces diocesanas y continuaría teniendo el mismo valor: como símbolo y centro de nuestra comunión con Dios Trinidad Santa y de la comunión entre nosotros, como manantial del que sigue brotando el agua viva de la Palabra y de la Eucaristía.
Nosotros somos ahora el eslabón de esa gran cadena de fe hecha vida, durante 800 años, que hemos de continuar y transmitir a las generaciones venideras. Para nosotros, lo fundamental de la celebración que preparamos, junto a todos los actos culturales y sociales con que también podamos expresarlo, es el sentido religioso, el hacer memoria de tanta gracia recibida y el compromiso de renovar nuestro ardor misionero como Comunidad que vive la alegría de la fe. Por ello os invito a sumaros, a colaborar y a sentir como propia la preparación del Centenario para que todo cuanto deseamos como Iglesia en Burgos sea realidad.
Termino con las palabras del salmo que evocaba al principio: «Caminaré en presencia del Señor». El será nuestra guía, nuestra fuerza y nuestro gozo, en el itinerario que tenemos por recorrer.