Santo Domingo de Guzmán, a los 800 años de su fallecimiento
Mario Iceta Gavicagogeascoa (Arzobispo de Burgos)
Queridos hermanos y hermanas:
«Tened caridad, conservad la humildad y poseed la pobreza voluntaria». Detrás de este mandato de amor, se encuentra la mirada de un hombre sencillo, un evangelizador compasivo y un predicador infatigable: santo Domingo de Guzmán.
La profunda y ejemplar vida de este fundador y organizador de la Orden de Predicadores, nacido en la localidad burgalesa de Caleruega en 1170, cumple 800 años desde el día de su fallecimiento. Esta celebración del patrón de nuestra provincia muestra el camino a seguir para quien quiera llevar la Palabra de Dios a esos corazones que nunca tuvieron la oportunidad de escucharla.
El testimonio de vida cristiana «es la primera e insustituible forma de evangelización», repetía este apóstol de la fraternidad, consciente de que «el trigo amontonado se pudre». Y así gastó el resto de su vida: viviendo en Cristo, sembrando caridad, contemplando los silencios heridos, construyendo el Reino sin imponer más cargas de las indispensables (Hch 15,28), configurándose con Dios en la carne apenada de los sufrientes, consumiéndose por la Iglesia desde el primero hasta el último de los rincones donde fuera necesaria la mano compasiva del Señor.