El Buen Pastor da la vida por sus ovejas
Mario Iceta Gavicagogeascoa (Arzobispo de Burgos)
Queridos hermanos y hermanas:
«El Buen Pastor da la vida por sus ovejas» (Jn 10, 11). Jesús Resucitado, verdadero Dios y verdadero hombre, vuelve a recordarnos hoy, Domingo del Buen Pastor, que ha venido a dar la vida por todos. El Señor, una vez más, abre sus brazos y se presenta como la puerta por la que entran las ovejas para alcanzar el descanso, la gloria y la vida plena en el amor. Hoy volvemos la mirada al Pastor. Porque su fidelidad nos preserva del peligro, porque su entrega redime nuestra desesperanza, porque necesitamos de su Cuerpo y de su Sangre para dar sentido pleno a nuestra vida.
El Señor Jesús se dejó clavar en el madero para curar nuestras heridas, sin retener nada para él, y para consumar, así, lo que a diario hacemos vida por amor en el altar. Cristo, Pastor del pueblo y Cordero de Dios, nos enseña a vivir una vida de servicio. Y lo hace curando y velando las heridas de cada una de sus ovejas, a las que llama por su nombre, para después salir a buscar a la que se despistó por el camino o se extravió.
Está deseando que reconozcamos su voz entre tanto ruido, llevarnos sobre sus hombros para sostener nuestro cansancio, que le reconozcamos como hermano y amigo. Porque, como decía santa Teresa de Jesús, «solo el amor da valor a todas las cosas», y sin un corazón lleno de amor y sin unas manos generosas, como son las de Dios, «es imposible curar a un hombre enfermo de su soledad».