Te busco
entre los pinceles de mi adviento
en la línea justa,
de esta imagen que sabe a cada día.
Y en la vida de mis cuadros,
me creo pincel, o a veces lienzo,
bastidor o témpera,
o el agua y la acuarela.
Después de tantos borradores,
ensayos o bocetos
en nada me concreto,
vacío y noche.
Y de nuevo te busco,
como musa del pasado,
como presente
y lo quiero en cada trazo.
Te busco como lienzo,
de mis muertes que te alumbran
de tus colores en mi noche,
de Velázquez y Greco de misterio.
Pero en mi lienzo negro,
de futuros y pandemias,
sin pesebres ni posadas,
el amor ya se dibuja.
El Verbo se hace carne,
el que existía en el principio,
el que sigue guardando silencio,
y sigue siendo vida y esperanza, nuestra, mía y tuya.
Y la palabra, y el verbo
se hace color, y pintura, y lienzo,
se hace boceto, para todos,
en la navidad y en el tiempo.
Y el verbo,
a pincel y bastidor,
en tu lienzo, o en el tuyo y mío…
se hace cuerpo…
Y alma,
y aliento.
Perdón al enemigo
Durante la guerra de la independencia de los Estados Unidos un hombre fue condenado a muerte por alta traición. Un soldado que se había señalado por sus grandes acciones heroicas se acercó a Jorge Washington para suplicarle que perdonara a aquel hombre que estaba condenando a morir.
Washington le contestó de esta manera: Siento mucho no condescender a la súplica que usted me hace por su amigo, pero en estas condiciones no es posible. La traición tiene que ser condenada a muerte.
El suplicante repuso: Pero si es que yo no le suplico por un amigo sino por un enemigo.
«SE ALEGRA MI ESPÍRITU EN DIOS MI SALVADOR»
Retiro de Adviento (Parte II)
Pesebre de amor
Hace tiempo que un viajero en una de sus vueltas por el mundo, llegó a una tierra, le llamó la atención la belleza de sus arroyos que cruzaban los campos, y los sembrados. Habiendo caminado ya un rato, se encontró con la casas del pueblo, sencillas, coloridas y con puertas abiertas de par en par. No podía creerlo... él venía de un lugar muy distinto. Se fue acercando pero su sorpresa fue mayor cuando tres niños, hermanitos, salieron a recibirlo y lo invitaron a pasar, los padres de los niños invitaron al viajero a quedarse con ellos unos días.
El viajero aprendió muchas cosas, por ejemplo a hornear el pan, trabajar la tierra, ordeñar la vacas, pero había una de la cual no podía descubrir el significado, cada día y algunos días en varias ocasiones el papá, la mamá y los hermanos se acercaban a una mesita donde habían colocado las figuras de María y José, un burrito marrón y una vaca. Despacito dejaban una pajita entre María y José.