Dios sí fue a la cita
Había un monje muy piadoso que se pasaba el día, y casi la noche, diciendo: Señor, muéstrame tu rostro, quiero verte. Dios quiso complacerle por fin y le dijo: Ponte mañana en camino que, pasado el río, antes del anochecer me mostraré a ti.
El buen monje preparó bien su espíritu y saltando más que caminando marchaba radiante hacia el río. Iba metido en su mundo, que era el de Dios, como enamorado ciego.
Tan abstraído estaba que casi no se dio cuenta del pobre labriego que luchaba con sus mulas para sacar el carro de un hoyo profundo. Ni vio apenas cómo unos pastores pegaban a otro más débil. Ni cómo un niño lloraba porque casi no podía con un haz de leña que llevaba.
Cuando pasó el río, su pulso se aceleró. Empezó, nervioso, a mirar a un lado y a otro.
Caminaba a paso corto hacia arriba y hacia abajo preocupado porque Dios se retrasaba.
A ver si he entendido mal, se decía...
Fueron eternas las dos horas de espera. Dios, ¿dónde se habrá metido? Acabó pensando que a lo mejor era una prueba. Volvió pensativo y algo triste.
Cuando de noche en la oración habló con Dios y le preguntó: Señor, ¿por qué no fuiste a la cita?, Dios le respondió con aplomo y nada de dulzura y suavidad: ¿Cómo que no fui? Tú que no me has visto. No sé en qué estabas pensando. Señor, te aseguro que no te vi, y bien sabes que miré por todas partes. Sí, me miraste, amigo mío, lo que pasa es que no me conoces. ¿No viste al labriego, al pobre pastor apaleado, al niño que lloraba?
¿Pero cómo no sabías que ese era yo? ¡Me dejaste en la estacada sin ayudarme! Ni te encontraste conmigo ni con los otros. ¡Ni contigo siquiera, porque me esperabas como fantasma! En fin, no te preocupes, de ahora en adelante me vas a ver siempre que quieras. ¿A que sí?.
¡Qué alegría volvernos a juntar los discípulos para estar con nuestro Maestro! Bueno, la verdad es que Jesús pasa en muchas ocasiones por nuestra vida y a veces ni nos enteramos, porque estamos dormidos, despistados o estamos en otra. Quizás por eso, hoy Jesús nos quiere llamar la atención sobre la importancia de estar despiertos, vigilantes y atentos para saberle reconocer cuando pasa a nuestro lado. O sea que vamos a estar atentos, también, en esta Eucaristía, para acoger a Jesús que viene a nosotros.