La Palabra de Dios alimenta la vida

Mario Iceta Gavicagogeascoa (Arzobispo de Burgos)

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Queridos hermanos y hermanas:

«La Palabra de Dios escuchada y celebrada, sobre todo en la Eucaristía, alimenta y refuerza interiormente a los cristianos y los vuelve capaces de un auténtico testimonio evangélico en la vida cotidiana» (EG, n. 174). Hoy, con estas palabras del Papa Francisco en Evangelii gaudium donde nos recuerda que toda la evangelización nace en el corazón de las Sagradas Escrituras, celebramos en la Iglesia el Domingo de la Palabra de Dios.

El paso de la historia perpetúa la necesidad de introducirnos sin descanso en la escucha de la Palabra. En este sentido, nos remontamos al 30 de septiembre de 2019, cuando el Papa estableció en la carta apostólica Aperuit illis que el III domingo del tiempo ordinario «se dedique a la celebración, reflexión y divulgación de la Palabra de Dios» (n. 3). Un domingo en el que «de manera especial», debe destacarse «su proclamación» y adaptar cada detalle de la Eucaristía «para poner de relieve el servicio que se hace a la Palabra del Señor» (ibíd.).

La Palabra de Dios alimenta la vida. Con este título, el área de Pastoral Bíblica de la Comisión Episcopal para la Evangelización, Catequesis y Catecumenado recuerda la importancia de esta jornada que propone buscar los grandes interrogantes de nuestra fe en el eco delicado que deja a su paso la Sagrada Escritura… «La Palabra es el alimento para la vida que precisamos en este caminar juntos como pueblo de Dios». Ella, revelan desde la Comisión, es «como la sabia que en nuestro interior nos da ilusión, esperanza y deseo firme para seguir por el sendero de Dios y hacer presente su reino». Pero solo podremos hacerla verdad si la contemplamos a una sola voz: la de Cristo.

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Evangelio del domingo, 22 de enero de 2023

El evangelio nos presenta hoy el comienzo de la predicación de Jesús. En primer lugar nos señala una circunstancia especial que da motivo a que Jesús comience a predicar: el hecho de que Juan Bautista había sido encarcelado. Es un signo de delicadeza. No se trata de competir, sino de continuar, ampliar y mejorar. Hay otra circunstancia, que es importante para los israelitas: es el comenzar a predicar en “los términos de Zabulón y Neftalí”, que habían sido los primeros en ser conquistados por el rey persa hacía siglos; pero que eran signo de esperanza y de luz, como lo había anunciado el profeta. Se llamaba “Galilea de los gentiles”, porque, aunque había muy buenos israelitas, una gran parte de la población tenía muchas raíces paganas y por tanto necesitaba más la luz de la verdad y la fe. Ahora va a venir sobre estas tierras y sus habitantes la luz de la palabra de Dios por la predicación de Jesús.

El primer mensaje de Jesús fue: “Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos”. Jesús y el Bautista anuncian que el Reino de Dios está cerca; pero en Jesús parece que ya está presente. De hecho está plenamente en Jesús; pero quien acepte su palabra, ya está bajo el Reinado de Dios. Las traducciones actuales suelen poner más “reinado” que “reino”, ya que “reino” puede confundirse con un territorio. Este primer mensaje es como la tónica dominante de toda la predicación de Jesús: la venida del reinado de Dios, que es la buena noticia que nos invita al cambio.

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He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo

Los domingos del tiempo ordinario nos deben ayudar a conocer mejor la persona de Jesús y sus mensajes. Con ello iremos logrando que nuestra vida se asemeje un poco más a la suya y así conseguiremos más la finalidad para la que hemos sido creados. San Juan Bautista nos da hoy un testimonio grandioso de la personalidad de Jesús,porque había tenido una especial manifestación: Había visto la acción de Dios por medio del Espíritu sobre Jesús. Había sido para Jesús una experiencia espiritual de esas que hacen impacto en el alma e impulsan a la acción. Juan nos dice que no le conocía. Es posible que se conocieran externamente como de familia; pero ahora Dios, por esa experiencia, le había dado un conocimiento superior. También nosotros, si queremos testimoniar a Jesús, no debemos contentarnos con un conocimiento externo o sólo intelectual de Jesús, sino que debemos tener alguna experiencia en nuestra intimidad de quién es Jesús y de que está entre nosotros.

Este domingo sigue todavía con las epifanías o manifestaciones de Jesús. En otros ciclos se habla de las primeras manifestaciones a sus discípulos por la llamada o en las bodas de Caná; en éste se nos da la manifestación del Bautista: “He aquí el Cordero de Dios”. Nosotros estamos acostumbrados a escuchar esta expresión varias veces en la misa. Los israelitas lo estaban también por las Escrituras y por los sacrificios en el templo. Ya en el Éxodo aparece el cordero pascual, cuyo cuerpo es alimento y su sangre les salva de la muerte. El profeta Isaías en uno de los cánticos del siervo de Yahveh (Is 53) presenta al cordero inocente que carga con nuestras culpas. En el N.T., para san Pablo (I Cor 5, 7-8), Cristo es nuestro cordero pascual inmolado. Y en el Apocalipsis aparece el Cordero inmolado que es aclamado por la multitud.

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Padre, que todos seamos uno

Mario Iceta Gavicagogeascoa (Arzobispo de Burgos)

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Queridos hermanos y hermanas:

«Haz el bien; busca la justicia» (Is 1,17). De la mano del libro de Isaías celebramos, un año más, la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos.

El profeta Isaías, quien fuera enviado para revelar al pueblo la salvación de Dios en cumplimiento de su promesa a David, nos enseñó –con su ejemplo– que Él promueve el derecho y la justicia en todo momento y en todos los ámbitos de la vida. Por eso, le envía a predicar la verdad al pueblo elegido (cf. Is 6,1-13), porque su carisma profético era más fuerte que los miedos que en aquel tiempo asediaban las vidas de quienes decían amar a Dios.

No es posible separar nuestra relación con Cristo de nuestro amor al prójimo, desde el más alejado hasta el más pequeño de nuestros hermanos (cf. Mt 25, 40).

En este sentido, aferrados a la Palabra, celebramos esta Semana de Oración: momento propicio para que los cristianos reconozcamos que «las divisiones entre nuestras iglesias y confesiones no pueden separarse de  las  divisiones  de  la  familia  humana», tal y como señalan para esta jornada desde el Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y el Consejo Mundial de Iglesias. Orar juntos por la unidad de los cristianos «nos permite reflexionar sobre lo que nos une y comprometernos a afrontar la opresión y la división que se dan en la humanidad».

¿Y qué sentido tiene, hoy en día, orar en comunidad y a una sola voz por la unidad de los cristianos? Tal vez, un solo versículo del primer capítulo del libro de Isaías da sentido a esta pregunta, y a esta jornada que conmemoramos: «Aprended a hacer el bien, tomad decisiones justas, restableced al oprimido, haced justicia al huérfano, defended la causa de la viuda» (Is 1, 17). De esta manera, haciendo nuestras las palabras del profeta, encontraremos la recompensa más bella de la fe, de una vida enraizada en Cristo Jesús y del Amor de Dios: «Aunque sean vuestros pecados tan rojos como la grana, blanquearán como la nieve; aunque sean como la púrpura, como lana quedarán» (Is 1, 18).

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Evangelio del domingo, 15 de enero de 2023

Los domingos del tiempo ordinario nos deben ayudar a conocer mejor la persona de Jesús y sus mensajes. Con ello iremos logrando que nuestra vida se asemeje un poco más a la suya y así conseguiremos más la finalidad para la que hemos sido creados. San Juan Bautista nos da hoy un testimonio grandioso de la personalidad de Jesús,porque había tenido una especial manifestación: Había visto la acción de Dios por medio del Espíritu sobre Jesús. Había sido para Jesús una experiencia espiritual de esas que hacen impacto en el alma e impulsan a la acción. Juan nos dice que no le conocía. Es posible que se conocieran externamente como de familia; pero ahora Dios, por esa experiencia, le había dado un conocimiento superior. También nosotros, si queremos testimoniar a Jesús, no debemos contentarnos con un conocimiento externo o sólo intelectual de Jesús, sino que debemos tener alguna experiencia en nuestra intimidad de quién es Jesús y de que está entre nosotros.

Este domingo sigue todavía con las epifanías o manifestaciones de Jesús. En otros ciclos se habla de las primeras manifestaciones a sus discípulos por la llamada o en las bodas de Caná; en éste se nos da la manifestación del Bautista: “He aquí el Cordero de Dios”. Nosotros estamos acostumbrados a escuchar esta expresión varias veces en la misa. Los israelitas lo estaban también por las Escrituras y por los sacrificios en el templo. Ya en el Éxodo aparece el cordero pascual, cuyo cuerpo es alimento y su sangre les salva de la muerte. El profeta Isaías en uno de los cánticos del siervo de Yahveh (Is 53) presenta al cordero inocente que carga con nuestras culpas. En el N.T., para san Pablo (I Cor 5, 7-8), Cristo es nuestro cordero pascual inmolado. Y en el Apocalipsis aparece el Cordero inmolado que es aclamado por la multitud.

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Parroquia Sagrada Familia