Evangelio del domingo, 12 de enero de 2025

Yo os pregunto a todos vosotros, cada uno que lo piense: ¿recuerdas la fecha de tu bautismo? Si no la recuerdas, cuando regreses a casa pregúntala para no olvidarla nunca, porque es un nuevo cumpleaños, porque con tu bautismo naciste a la vida de la gracia. Demos gracias al Señor por el bautismo. Démosle gracias también por nuestros padres, que nos llevaron a la pila bautismal, por quien nos administró el sacramento, por el padrino, por la madrina, por la comunidad en la que lo recibimos. Festejar el propio bautismo: es un nuevo cumpleaños. Y podemos preguntarnos: ¿soy consciente del inmenso don que llevo en mí por el bautismo? ¿Reconozco en mi vida la luz de la presencia de Dios, que me ve como su hijo amado, como su hija amada? Y ahora, en memoria de nuestro bautismo, acojamos la presencia de Dios en nuestro interior. Podemos hacerlo con la señal de la cruz, que traza en nosotros el recuerdo de la gracia de Dios, que nos ama y desea estar con nosotros. La señal de la cruz nos recuerda esto. Hagámosla juntos: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Y no olvidéis la fecha del bautismo, que es un cumpleaños.

Papa Francisco, Ángelus, 7 de enero de 2024

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El mejor Tesoro de nuestras vidas

Mario Iceta Gavicagogeascoa (Arzobispo de Burgos)

mario iceta

 

 

 

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy, víspera de la Epifanía del Señor, celebramos la manifestación de Cristo a las naciones en las personas de los Magos de Oriente. Una manifestación ya no sólo al pueblo elegido, sino a toda la humanidad, que pone en boga la universalidad que Jesús, desde su nacimiento, revela: un Dios de todos y para todos, que no hace acepción de personas ni de culturas ni de razas, que llega a esta Tierra en humildad y pobreza y que entrega hasta la última gota de su sangre por la salvación del mundo.

El Evangelio nos muestra la imagen de unos Magos que vienen de Oriente con el único deseo de encontrar a Dios. Y a pesar de que no sabían nada de las Sagradas Escrituras, decidieron seguir el rastro de la estrella que les mostraba el camino hacia el que sería, sin ellos siquiera imaginarlo, el sentido de sus vidas. Y aunque el encuentro con el Rey de reyes era la razón de su alegría, el pasaje estuvo lleno de pruebas, contratiempos y desafíos; el frío de la noche y el calor del día, el miedo ante lo desconocido, el cansancio en medio de la incertidumbre…

Durante su travesía hasta el corazón del Hijo de Dios, pasarían por momentos en los que, incluso, dejarían de ver la estrella que les guiaba hasta el pesebre de Belén Y, sin embargo, no cesaron en su búsqueda, y ni siquiera se plantearon aminorar el paso por lo que les podría suceder; incluso el encuentro con el rey Herodes y su homicida voluntad de eliminar a quien osara poner en peligro su grotesco reinado. Porque se fiaban y esperaban, como anunciaría el profeta Isaías: «Caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora» (Is 60, 3). Así, continuaron con su misión, por encima de cualquier impedimento, hasta que llegaron al portal, se postraron ante el Niño y le adoraron como se ama lo que más se espera.

Esta actitud de los Magos nos enseña una hermosa lección, y es que, en los momentos de incertidumbre, lucha interna y aflicción, ante tantas vicisitudes que la vida nos presenta, es preciso ponerse en marcha, confiar en Quien nos guía, vencer las comodidades y los miedos con actitud de servicio, alegría y entrega, y asumir los riesgos del camino. Sólo así, la recompensa de abrazar el Misterio tendrá el sentido que el corazón anhela.

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Evangelio del domingo, 5 de enero de 2025

Hermanos, hermanas, ¡abramos el corazón a la inquietud, pidamos el valor para avanzar en el camino y finalicemos en la adoración! No tengamos miedo, es el recorrido de los Magos, es el recorrido de todos los santos de la historia: recibir las inquietudes, ponerse en camino y adorar. Hermanos y hermanas, no dejemos que se apague en nosotros la inquietud de las preguntas, no detengamos nuestro caminar cediendo a la apatía o a la comodidad; y rindámonos, encontrándonos con el Señor, al asombro de la adoración. Entonces descubriremos que una luz ilumina también las noches más oscuras, es Jesús, es la estrella radiante de la mañana, el sol de justicia, el fulgor misericordioso de Dios, que ama a todos los hombres y a todos los pueblos de la tierra.

Papa Francisco, misa Epifanía 6 de enero de 2023

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Oración del Papa Francisco por las familias

Jesús, María y José
A ustedes, la Sagrada Familia de Nazaret,
Hoy miramos con admiración y confianza;
En vosotros contemplamos
La belleza de la comunión en el amor verdadero;
A ustedes encomendamos a todas nuestras familias,
Y a que se renueven en las maravillas de la gracia.

Sagrada Familia de Nazaret,
Atractiva escuela del Santo Evangelio:
Enséñanos a imitar sus virtudes
Con una sabia disciplina espiritual,
Danos una mirada limpia
Que reconozca la acción de la Providencia
En las realidades cotidianas de la vida.

Sagrada Familia de Nazaret,
Fiel custodia del ministerio de la salvación:
Haz nacer en nosotros la estima por el silencio,
Haz de nuestras familias círculos de oración
Y conviértelas en pequeñas iglesias domésticas,
Renueva el deseo de santidad,
Sostener la noble fatiga del trabajo, la educación,
La escucha, la comprensión y el perdón mutuo.

Sagrada Familia de Nazaret,
Despierta en nuestra sociedad la conciencia
Del carácter sagrado e inviolable de la familia,
Inestimable e insustituible.

Que cada familia sea acogedora morada de Dios y de la paz
Para los niños y para los ancianos,
Para aquellos que están enfermos y solos,
Para aquellos que son pobres y necesitados.

Jesús, María y José,
A ustedes con confianza oramos,
A ustedes con alegría nos confiamos.

La Sagrada Familia de Nazaret, escuela y santuario del amor

Mario Iceta Gavicagogeascoa (Arzobispo de Burgos)

mario iceta

 

 

 

Queridos hermanos y hermanas:

El nacimiento de Jesús dio plenitud y un nuevo sentido a la palabra familia. Hoy, fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret, fijamos nuestra mirada en Jesús, María y José para ver la vida desde sus ojos, como nunca ha podido mirar nuestro corazón.

Esta familia «no se queda sólo en los altares, como objeto de alabanza y veneración», sino que «está cercana a toda familia humana; se hace cargo de los problemas profundos, hermosos y, al mismo tiempo, difíciles que lleva consigo la vida conyugal y familiar», señaló el papa san Juan Pablo II durante una audiencia general pronunciada en 1979.

De la humanidad que desprenden los Tres nace la primera Iglesia doméstica: un hogar de Amor Trinitario que es principio, belleza y camino del amor humano. Así, iluminados por este Misterio, podemos conocer la profundidad inmensa del bien que se esconde en la familia.

María es la Madre del amor y de la entrega, imagen y modelo de la Iglesia, la mujer que nace de la entraña delicada del Padre. Todo en Ella es un «sí» prolongado y pulcro que desentraña cada uno de los hilos del misterio: la Bienaventurada Virgen «avanzó en la peregrinación de la fe y mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la Cruz» (Lumen Gentium, n. 58).

José es el Padre custodio, la fidelidad que no conoce límites, la entrega silenciosa y justa. Él, guardián del Redentor, es el patrono de la Iglesia universal. Tanto es así que la economía de la Salvación pasa por sus manos, trabajadas en el taller y en la vida diaria, al servicio de María y de Jesús, a quienes no deja de cuidar ni un solo instante. No es casualidad que el papa san Juan XXIII, gran devoto de san José, estableciese que en el Canon romano de la Misa se incluyese su nombre junto al de María y antes que el de todos los santos.

Y Jesús, el Verbo Encarnado, es el Hijo de Dios (cf. Lc 1, 35) y de María y José en virtud del vínculo matrimonial que los une, la Palabra que se hizo carne para habitar eternamente entre la pobreza de nuestro barro (cf. Jn 1, 14).

Los tres conforman el Misterio revelador del profundo amor que Dios profesa a la familia humana. Su presencia arroja una luz nueva sobre la familia como origen, creación y cuna, de donde brota el corazón humano que peregrina en la fe hacia la Vida Eterna.

Su mirada es escuela y camino de amor y santidad, la promesa que nos enseña a ser una verdadera familia cristiana, donde todos caben en la mesa y donde nadie se queda fuera para compartir un gesto de afecto y entrega. Su ejemplo es fidelidad, sacramento y bienaventuranza, porque permanecieron fieles a la llamada de Dios hasta el final, hasta sus últimas consecuencias.

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Parroquia Sagrada Familia