Derechos del niño: Derecho a la intimidad
En la familia de Marta, los niños elegían el regalo de cumpleaños. El Día del niño, Navidad y Reyes, salían a pasear con la familia o recibían algo para todos, una bicicleta, un juego de mesa... Si el regalo que deseaban era costoso, se lo hacían entre varios familiares o amigos. Cuando Marta cumplió 11 años, pidió a su abuela que le regalara un diario íntimo. —Uno de esos cuadernos que tienen candado para que nadie los pueda abrir –le dijo. —¿Para qué quieres uno de esos?, le preguntó la abuela. —Para escribir cosas mías, que nadie lea. La abuela sabía qué era un diario íntimo; cuando era pequeña también tenía un cuaderno en el cual escribía lo que hacía durante el día, especialmente lo que había sentido. Era un cuaderno de hojas cuadriculadas, en las cuales escribía con letra pequeña, sin dejar un renglón libre, cómo la maestra le decía que era lo correcto. En la escuela, eran muy estrictos: subrayar con regla y no escribir en el margen. Pero la abuela, en su diario, no dejaba ni un lugarcito sin escribir. A veces, empezaba a escribir en el centro de la hoja y seguía en espiral hasta cubrirla totalmente. Luego había que leerlo dando vueltas el cuaderno.