Bautizados y enviados: El Domund nos recuerda que todos somos misioneros

Fidel Herráez Vegas (Arzobispo de Burgos)

gil hellin

El mes de octubre tiene siempre en la Iglesia una impronta misionera con la celebración de la Jornada anual del DOMUND (Domingo Mundial de las Misiones). Pero esa impronta es especial este año al ser el mes de octubre un «Mes Extraordinario Misionero» convocado por el Papa Francisco.

La ocasión de esta convocatoria ha sido la celebración del centenario de la Carta Apostólica Maximum Illud de Benedicto XV, «sobre la propagación de la fe católica en el mundo entero». Y la motivación profunda es invitar a toda la Iglesia, como hizo el Papa Benedicto XV hace cien años, a una purificación evangélica que nos permita como Iglesia afrontar las necesidades actuales de la evangelización. El Papa Francisco quiere en este momento despertar la conciencia de que esa evangelización del mundo es un deber permanente de la Iglesia, y retomar con nuevo impulso la responsabilidad que tenemos todos los bautizados de proclamar el Evangelio.

Por eso se invitó a todas las diócesis del mundo a realizar la apertura del Mes Extraordinario de un modo sencillo pero hondamente significativo: en un monasterio de clausura; en nuestra diócesis, como sabéis, nos unimos a ese propósito de toda la Iglesia desde el monasterio de la Visitación de las Madres Salesas. Con ello se quiere expresar que oración y misión van estrechamente unidas, porque el aliento y el fervor misionero brotan de una auténtica experiencia de Dios, que derrama su Espíritu sobre quienes están dispuestos a anunciarlo y abiertos a acogerlo. El comienzo del Mes Misionero, como tal, fue precisamente en la fiesta de santa Teresa del Niño Jesús, la joven carmelita que, desde su experiencia contemplativa y mística, llegó a ser proclamada patrona de las misiones, juntamente con san Francisco Javier.

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Evangelio del domingo, 20 de octubre de 2019

Jesús propuso esta parábola para invitar a sus discípulos a no desanimarse en su intento de implantar el reinado de Dios en el mundo. Para ello deberían ser constantes en la oración, como la viuda lo fue en pedir justicia hasta ser oída por aquél juez que hacía oídos sordos a su súplica. Su constancia e insistencia llevó al juez a hacer justicia a la viuda, liberándose de este modo de ser importunado por ella.

Esta parábola del evangelio tiene un final feliz, como tantas otras, aunque así no suele suceder siempre en la vida. Porque ¿Cuánta gente muere sin que se le haga justicia, a pesar de haber estado de por vida suplicando al Dios del cielo? ¿Cuántos pobres luchan por sobrevivir sin que nadie les haga justicia?

En medio de tanto sufrimiento, al creyente le resulta cada vez más difícil orar, entrar en diálogo con ese Dios a quien Jesús llama “padre”, para pedirle que “venga a nosotros tu reino”. Desde la noche oscura de ese mundo, desde la injusticia estructural, resulta cada día más difícil mantener firme la fe.

La oración que es la necesidad extrema que viven tantas personas de nuestro pueblo pobre y maltratado. El cristiano, consciente de la compañía de Dios en su camino hacia la justicia y la fraternidad, no debe desfallecer, sino insistir en la oración, pidiendo fuerza para perseverar hasta implantar su reinado en un mundo donde dominan otros señores. Sólo la oración lo mantendrá en esperanza.

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Domund 2019

La Iglesia siempre, pero con una especial urgencia en nuestro tiempo, está abocada a asumir con generosidad la tarea de la evangelización. Y sois los jóvenes quienes tomáis el testigo para hacerlo posible a partir de ahora.
Los cristianos debemos dar razón de nuestra fe y nuestra esperanza, construyendo nuestra vida sobre la base firme que encontramos en el Evangelio de Cristo. Para ello, resulta particularmente importante que nos paremos a contemplar el lugar que ocupa el bautismo como fundamento en los sacramentos de la vida cristiana y de la misión de la Iglesia.
Pablo, el llamado Apóstol de los Gentiles, es decir, de aquellos que nunca habían oído hablar del Dios de Israel, comenzó su predicación y su vida misionera después de su bautismo. Vamos a acercarnos a su figura, la cual se actualiza en cada cristiano convertido a Cristo, que, tanto ayer como hoy, está llamado y enviado, por el hecho de ser bautizado, a la misión de anunciar la Buena Noticia de Dios.

Oración del Mes Misionero Extraordinario

Padre nuestro,
tu Hijo Unigénito Jesucristo
resucitado de entre los muertos
encomendó a sus discípulos el mandato de
"id y haced discípulos a todas las gentes".

Tú nos recuerdas que a través de nuestro bautismo
somos partícipes de la misión de la Iglesia.

Por los dones de tu Santo Espíritu, concédeno
la gracia de ser testigos del Evangelio,
valientes y tenaces,
para que la misión encomendada a la Iglesia,
que aún está lejos de ser completada,
pueda encontrar manifestaciones nuevas y eficaces
que traigan vida y luz al mundo.

Ayúdanos a hacer que todos los pueblos
puedan experimentar el amor salvífico
y la misericordia de Jesucristo,
Él que es Dios y vive y reina contigo,
en la unidad del Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos.

Amén

«Amigos fuertes de Dios»

Fidel Herráez Vegas (Arzobispo de Burgos)

gil hellin

Siguiendo el calendario litúrgico, nos encontraremos la próxima semana con una fiesta que como tal no está señalada en rojo, pero que para nosotros es una fiesta especial. Es la fiesta de nuestra gran Santa castellana, Teresa de Jesús. Por eso, hoy quiero acercarme a ella para traerla al momento presente y compartir con vosotros, aunque sea brevemente, alguna reflexión.

Nació en Ávila, como sabéis, el 28 de marzo de 1515 y murió en Alba de Tormes (Salamanca) el 4 de octubre de 1582. Quiero recordar que en esta querida ciudad de Burgos realizó su última fundación (1582). Hay un texto en el libro de las Fundaciones (31,11) donde la Santa relata que estaba encomendando lo de Burgos al Señor porque siendo un sitio frío, y los fríos tan contrarios a sus enfermedades, ir allí le parecía una temeridad. Entonces le dijo el Señor estas palabras: «No hagas caso de esos fríos, que Yo soy la verdadera calor. El demonio pone todas sus fuerzas por impedir aquella fundación; ponlas tú de mi parte porque se haga, y no dejes de ir en persona, que se hará gran provecho». Y Santa Teresa vino a Burgos; y tuvimos la suerte de tener aquí uno de sus conventos, para gloria de Dios y provecho de los burgaleses como le dijo el Señor.

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Evangelio del domingo, 13 de octubre de 2019

Ser leproso en tiempo de Jesús era tanto como estar muerto en vida. Los leprosos, en efecto, eran expulsados de su familia, del lugar donde habitaban y de los centros religiosos. Vivían en el campo y, si alguien se acercaba, tenían que gritar: “apestado”. El evangelio de este domingo nos presenta un grupo de diez leprosos: nueve judíos y un samaritano. Al enterarse de que Jesús venía hacia un pueblo, se aproximaron y a grandes voces gritaron: “Jesús, ten compasión de nosotros”. Jesús sólo les dijo: “Id a los sacerdotes”. Ir a los sacerdotes era indispensable para obtener el certificado de curación, con el cual venía la reinserción familiar, social y religiosa. Ellos le hicieron caso y se pusieron en camino. Mientras iban caminando, uno se dio cuenta de que había sido curado. Al advertirlo, desanduvo su camino, vino a Jesús, se postró delante de él y le dijo con gran alegría: “Muchísimas gracias, Señor, muchísimas gracias”. Jesús, que además de perfecto Dios es también perfecto hombre, agradeció el detalle y lamentó las ausencias. “¿No eran diez los curados?, preguntó. Los otros ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?”. Porque era samaritano, puntualiza san Lucas.

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Parroquia Sagrada Familia