Cuaresma: retornar a la casa del Padre

Mario Iceta Gavicagogeascoa (Arzobispo de Burgos)

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Queridos hermanos y hermanas:

La Cuaresma debe marcar profundamente la vida de todo cristiano. Este tiempo litúrgico nos adentra en el recogimiento personal y comunitario para sanar, por medio de la limosna, la oración y el ayuno, las heridas que ha generado el pecado, que nos alejan de Dios y de los hermanos y que dañan nuestro corazón.

Hoy, como el profeta Isaías, nos ponemos en actitud de escucha, para percibir cómo la Palabra de Dios llama a la puerta de nuestra vida para recordarnos que «el ayuno que yo quiero es este: partir tu pan con el que tiene hambre, dar hospedaje a los pobres que no tienen techo… Entonces clamarás al Señor y él te responderá, gritarás y él te dirá: aquí estoy» (Is 58, 6-7-9).

Entramos de lleno en este misterio de salvación, sabiendo que ya hemos sido salvados en esperanza (cf. Rm 8, 24). Y nos dejamos guiar por el Espíritu de Dios, quien transfigura nuestra vida si nos dejamos transformar por la caridad de Cristo. Si caminamos por esta senda, hasta la celebración del Triduo Pascual en la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor como culmen del año litúrgico, conseguiremos romper las cadenas del egoísmo y del pecado que anidan en el corazón (cf. Mc, 7, 20-23).

Hemos de marchar sin desánimo hacia el horizonte de la Resurrección. Y hacerlo en comunión con Dios y con nuestros hermanos, sin dejar entrar a la tristeza, al cansancio y al desánimo que pueden transformar el jardín en un árido y afligido desierto (cf. Gn 3, 17-18). ¿De qué manera? Acogiendo el don de Dios, iniciando el camino de conversión, abriéndonos a la gracia que nace del costado del Señor, iniciando el camino de retorno a la casa del Padre, viviendo la caridad que consiste en compartir la vida con aquellos que menos tienen, dando a los demás lo más necesario y no solamente de lo que nos sobra, saliendo a los márgenes de la sociedad siendo portadores de la misericordia de Dios, teniendo muy presente que lo viejo ha pasado porque lo nuevo acaba de comenzar (cf. 2 Co 5, 17).

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Evangelio del domingo, 9 de marzo de 2025

Este Evangelio de las tentaciones de Jesús en el desierto nos recuerda que la vida del cristiano, tras las huellas del Señor, es una batalla contra el espíritu del mal. Nos muestra que Jesús se enfrentó voluntariamente al Tentador y lo venció; y al mismo tiempo nos recuerda que al diablo se le concede la posibilidad de actuar también sobre nosotros con sus tentaciones.

Debemos ser conscientes de la presencia de este enemigo astuto, interesado en nuestra condena eterna, en nuestro fracaso, y prepararnos para defendernos de él y combatirlo. La gracia de Dios nos asegura, mediante la fe, la oración y la penitencia, la victoria sobre el enemigo. Pero hay algo que me gustaría subrayar: en las tentaciones Jesús no dialoga nunca con el diablo, nunca. En su vida, Jesús no tuvo jamás un diálogo con el diablo, jamás. O lo expulsa de los endemoniados o lo condena o muestra su malicia, pero nunca un diálogo. Y en el desierto parece que haya un diálogo porque el diablo le hace tres propuestas y Jesús responde. Pero Jesús no responde con sus palabras; responde con la Palabra de Dios, con tres pasajes de la Escritura. Y esto es lo que debemos hacer también todos nosotros.

Cuando se acerca el seductor, comienza a seducirnos: “Pero piensa esto, haz aquello...”. La tentación es la de dialogar con él, como hizo Eva; y si nosotros entablamos diálogo con el diablo seremos derrotados. Grabaos esto en la cabeza y en el corazón: no se dialoga nunca con el diablo, no hay diálogo posible. Solo la Palabra de Dios.

Angelus, 21 de febrero de 2021.

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Misioneros, historia de entrega y esperanza

Mario Iceta Gavicagogeascoa (Arzobispo de Burgos)

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Queridos hermanos y hermanas:

La Iglesia celebra hoy el Día de Hispanoamérica: una jornada –instituida en 1959– que recuerda, de manera especial, a los sacerdotes que han dejado atrás sus diócesis de origen para poner por entero su corazón en cualquier rincón de aquellas queridas y benditas tierras americanas. Estos sacerdotes, revestidos como peregrinos, misioneros y discípulos de Jesucristo, se agrupan en la Obra para la Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana (OCHSA).

Historia de esperanza reza el lema escogido para conmemorar esta fecha: «La esperanza es la seguridad existencial, que se nos regala como gracia, de que la compañía de Jesucristo en nuestras vidas es auténticamente contemporánea», tal y como afirma el cardenal Robert Prevost, OSA, presidente de la Pontificia Comisión para América Latina. Es una realidad y una certeza que «el Verbo de Dios se hizo carne y permanece habitado entre nosotros (cf. Jn 1, 14)».

En la actualidad, la OCHSA cuenta con 138 sacerdotes españoles destinados en los distintos países de Hispanoamérica; 13 de ellos proceden de nuestra archidiócesis burgalesa. Allí́ atienden parroquias, hospitales, escuelas, seminarios, universidades… Y permanecen, sin más recompensa que ese amor que desprende el anuncio del Evangelio, entregándose y sirviendo a las comunidades más necesitadas.

Toda la Iglesia es misionera y, por ello, la evangelización es un deber fundamental del Pueblo de Dios. Nadie debe rehuir esta tarea que comenzó el Señor para que nosotros, tantos años después, tomemos este misericordioso relevo.

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Evangelio del domingo, 2 de marzo de 2025

El pasaje del Evangelio de hoy presenta parábolas breves, con las cuales Jesús quiere señalar a sus discípulos el camino a seguir para vivir sabiamente. Con la pregunta: «¿Podrá un ciego guiar a otro ciego?» (Lc 6, 39), quiere subrayar que un guía no puede ser ciego, sino que debe ver bien, es decir, debe poseer la sabiduría para guiar con sabiduría, de lo contrario corre el peligro de perjudicar a las personas que dependen de él. Así, Jesús llama la atención de aquellos que tienen responsabilidades educativas o de mando: los pastores de almas, las autoridades públicas, los legisladores, los maestros, los padres, exhortándoles a que sean conscientes de su delicado papel y a discernir siempre el camino acertado para conducir a las personas. (…) En el pasaje de hoy encontramos otra frase significativa, que nos exhorta a no ser presuntuosos e hipócritas. Dice así: «¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano y no reparas en la viga que hay en tu propio ojo?» (v. 41). Muchas veces, lo sabemos, es más fácil o más cómodo percibir y condenar los defectos y los pecados de los demás, (…) VìTodos tenemos defectos: todos. Debemos ser conscientes de ello y, antes de condenar a los otros, mirar dentro de nosotros mismos. Así, podemos actuar de manera creíble, con humildad, dando testimonio de la caridad.

Papa Francisco. Ángelus, 3 de marzo de 2019.

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La mirada del Maestro ante la asignatura de Religión

Mario Iceta Gavicagogeascoa (Arzobispo de Burgos)

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Queridos hermanos y hermanas:

En una ocasión, Nelson Mandela dijo que «la educación es el arma más poderosa que podemos usar para cambiar el mundo». Y, efectivamente, la educación del ser humano termina el mismo día y a la misma hora en que Dios nos llama a su encuentro eterno con Él.

En este tiempo ordinario en el que celebramos la vida y las enseñanzas del Señor, Dios Padre nos recuerda que nuestro único pasaporte, como peregrinos de la Tierra y ciudadanos del Cielo, es el amor a Dios y al prójimo. Un tiempo para ese amor de cada día que tiene presente la cultura del cuidado, de la que tanto habla el Papa Francisco, como camino de paz.

«Solo la religión es capaz de dar fuerzas y valor al más flaco para sobrellevar tantas cosas como se presentan en la vida», dejó escrito santa María Soledad Torres Acosta. ¿Y qué mejor manera hay de cuidar que ofreciendo lo mejor para quienes más queremos?

Adentrados en un nuevo año y cuando acabamos de pasar el ecuador del curso académico, pienso en la educación que hoy en día acerca a los más pequeños al corazón de Dios. Y, en concreto, pongo los ojos en la asignatura de Religión Católica, esa pincelada de fe que anhela responder a la necesidad más profunda que tiene el ser humano: el deseo de infinito y la búsqueda de la Verdad.

La Iglesia, en su afán de trabajar por un mundo donde convivan el amor fraterno, la justicia y la paz, no para de reivindicar el papel de la religión en la construcción de un mundo mejor.

«La educación cristiana es el arte de conducir a los jóvenes hacia la plenitud», destacó el Papa Francisco durante una audiencia celebrada el año pasado con los miembros a los miembros de la Universidad de Notre Dame. Abogando por un «empeño solidario» ante las necesidades de los más desfavorecidos, hizo hincapié en la necesidad de apreciar, cada vez más, «la riqueza de la tradición intelectual católica», que «no significa cerrarse» sino que «es apertura».

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Parroquia Sagrada Familia