Estamos en Jericó, la ciudad oasis entre el desierto del Mar Muerto y el que conduce a Jerusalén. A la vera del camino hay un ciego pidiendo limosna. No puede hacer otra cosa, si quiere subsistir. A diferencia de otros días hoy oye gritos y un notable jolgorio. Hace la pregunta que es la única lógica: ¿Qué pasa? "Es Jesús, el de Nazaret", le responden sin detenerse. Él no desaprovecha la ocasión y comienza a gritar: "¡Hijo de David, ten compasión de mí, Hijo de David, ten compasión de mí!. Malhumorados y displicentes le gritan que se calle. Es inútil, porque no quiere dejar pasar la oportunidad. Y no sólo sigue gritando sino que lo hace con más fuerza. Tanta, que Jesús lo oye y manda llamarle.
Continuar leyendo
En un lejano país hubo una vez una época de gran pobreza, donde sólo algunos ricos podían vivir sin problemas. Las caravanas de tres de aquellos ricos coincidieron durante su viaje, y juntos llegaron a una aldea donde la pobreza era extrema. Era tal su situación, que provocó distintas reacciones a cada uno de ellos, y todas muy intensas.
El primer rico no pudo soportar ver aquello, así que tomó todo el oro y las joyas que llevaba en sus carros, que eran muchas, y los repartió sin quedarse nada entre las gentes del campo. A todos ellos deseó la mejor de las suertes, y partió.
El segundo rico, al ver su desesperada situación, paró con todos sus sirvientes, y quedándose lo justo para llegar a su destino, entregó a aquellos hombres toda su comida y bebida, pues veía que el dinero de poco les serviría. Se aseguró de que cada uno recibiera su parte y tuviera comida para cierto tiempo, y se despidió.
El tercero, al ver aquella pobreza, aceleró y pasó de largo, sin siquiera detenerse. Los otros ricos, mientras iban juntos por el camino, comentaban su poca decencia y su falta de solidaridad. Menos mal que allí habían estado ellos para ayudar a aquellos pobres...
Continuar leyendo
Francisco Gil Hellín (Arzobispo de Burgos)
El 8 de noviembre de 1999 la Congregación para las causas de los Santos notificaba oficialmente al obispado de Burgos que el proceso diocesano sobre el martirio y beatificación del sacerdote Valentín Palencia y cuatro compañeros había sido admitido como válido. Una nota aparecida en la hoja diocesana Sembrar, del 16 al 29 de enero, de 2000, publicaba la noticia y hacía esta aclaración: ‘La posibilidad de la beatificación está cada vez más cerca’.
Han pasado quince años y hoy podemos confirmar que ha llegado el momento de declarar beatos a don Valentín Palencia y a los cuatro jóvenes burgaleses que le acompañaron en su martirio y que esto tendrá lugar en los próximos meses aquí en Burgos. Estoy seguro de que don Santiago Martínez Acebes, que fue el iniciador de la causa, habrá sonreído complacido desde el Cielo, como yo he sonreído complacido al concluir positivamente el proceso, en el que he tenido la suerte de estar implicado durante todo mi pontificado en Burgos, especialmente en el último año.
Continuar leyendo
El evangelio de hoy comienza con un contraste estridente. Jesús acaba de anunciar que van a Jerusalén y será entregado a los sumos sacerdotes, se burlarán de él y le condenarán a muerte. Frente a este catálogo de humillaciones, dos apóstoles: Santiago y Juan tienen la ocurrencia de hacerle esta petición: «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a la derecha y otro a la izquierda». Es decir, que les dé los dos primeros puestos. Están ciegos. Les sucede como a nosotros, que conociendo que el camino de Jesús es la humillación, la renuncia y la entrega, aspiramos continuamente a ocupar los primeros puestos y a satisfacer nuestras mezquinas ambiciones.
Continuar leyendo