Fidel Herráez Vegas (Arzobispo de Burgos)
El próximo día 10 de febrero los católicos celebramos el Miércoles de Ceniza, fecha que nos señala el inicio del camino cuaresmal hacia la Pascua. Y lo haremos con un signo: se nos impondrá la ceniza para recordarnos que nuestra vida es frágil, egoísta y pecadora. Al mismo tiempo se nos dirá: “convertios y creed en el Evangelio”. ¿Quién no tiene en su vida y quién no siente en su corazón la necesidad de conversión? ¿A qué nos hemos de convertir? Pues es claro: al Dios misericordioso que desea ser buena noticia para la humanidad; al Dios rico en misericordia que nos invita a ser sus manos misericordiosas extendidas sobre el mundo.
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Fidel Herráez Vegas (Arzobispo de Burgos)
Queridos hermanos todos: En el tiempo que llevo entre vosotros, no mucho pero sí vivido con intensidad por mi parte, he ido conociendo ya diversas realidades de la diócesis y he ido teniendo contacto con bastantes actividades de nuestra Iglesia local, así como con las personas y grupos que participan y colaboran en las mismas. Ahora me propongo iniciar una nueva tarea muy importante, que es la Visita Pastoral, a fin de poder encontrarme más de cerca con vosotros en vuestras propias parroquias y comunidades cristianas. La semana pasada envié una carta a los sacerdotes, concretando el marco y puntos fundamentales para la preparación y realización de esta Visita; ellos os irán informando del contenido, momento y modo de irla desarrollando en cada parroquia.
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El relato de la llamada de los primeros apóstoles es distinto en los diferentes evangelios, en el de Lucas es más elaborado. Jesús sube a la barca de Pedro, desde allí enseña a la gente, y le invita a pescar de nuevo. Le pide contra toda lógica, que eche a plena luz del día las redes. Pedro le dice lo evidente, hemos estado toda la noche, el momento propicio para pescar, y no hemos conseguido nada: "Pero, por tu palabra, echaré las redes". El resultado fue una pesca tan abundante, que por poco se hunden las barcas.
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En una pequeña escuela pública de la Provincia de Buenos Aires, los padres y docentes se organizaron para, además de mantener la escuela en condiciones, ayudar al que lo necesitaba. Cada año, semanas antes de comenzar las clases, se reunían, recorrían las aulas, los baños, el patio, la cocina y todos los salones mientras anotaban en un cuaderno lo que hacía falta. Lamparitas, sillas, bancos, baldosas... Algunos padres se subían al tejado y destapaban los desagües o buscaban tejas rotas o se fijaban si la membrana estaba levantada. Luego se reunían en un salón y, picoteo de por medio, hacían una lista de prioridades; pensaban formas de recaudar dinero y organizaban jornadas de trabajo.
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