En el día contra la esclavitud infantil
Francisco Gil Hellín (Arzobispo de Burgos)
El Evangelio tiene páginas enternecedoras sobre el cariño que Jesús sentía hacia los niños. Una de ellas es la que narra la regañina que echó a los apóstoles porque no querían que los niños le 'molestasen'. Su respuesta no pudo ser más contundente: «Dejad que los niños se acerquen a mí. De los que se hacen como ellos es el Reino de Dios».
El papa Francisco también participa de esta predilección hacia los niños. La última vez que habló de ellos fue el pasado miércoles, durante la audiencia en la Plaza de San Pedro. Decía el Papa: «Muchos niños desde el principio son rechazados, abandonados, despojados de su infancia y de su futuro. Alguno osa decir, casi para justificarse, que ha sido un error hacerles venir al mundo. ¡Esto es vergonzoso!». El Papa tenía delante los países subdesarrollados o en vías de desarrollo. En esos mundos hay -¡todavía hoy! muchos niños marginados, abandonados, mendigando por las calles, intentando a su manera sobrevivir, sin escuela, sin atención médica. Y lo que todavía es más grave: siendo «presa de criminales, que les explotan para el tráfico y el comercio indigno, y los adiestran para la guerra y la violencia».