Evangelio del Domingo, 17 de Abril de 2016

Todos los años en este domingo 4º de Pascua nos trae la Iglesia a reflexionar la alegoría del buen Pastor, en el capítulo 10 de san Juan. Este año, al ser el ciclo C, consideramos la última parte. La alegoría se distingue de la parábola en que ésta se trata de una breve historia de la que se saca una conclusión moral o religiosa, mientras que en la alegoría se va aplicando cada cosa material a lo espiritual.

Jesús estaba diciendo a los jefes religiosos del pueblo judío que no cumplían con su oficio porque estaban haciendo aquello sobre lo que ya se quejaba el profeta Ezequiel cuando decía que muchos pastores (jefes religiosos) en Israel no atendían a las ovejas ni las guiaban por el buen camino, sino que se aprovechaban de ellas para su propio beneficio. Jesús comenzó a decir entonces que El era “el buen pastor” que sí conoce a sus ovejas, las guía, las ama hasta estar dispuesto a dar su vida por ellas.

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El cuento de la jarilla

0014Muchas son las plantas que conoció la abuela visi­tando a sus nietos. Una de ellas le llamó especial­mente la atención, la jarilla. Es un arbusto que no tiene más de un metro y medio de altura, es decir más bajo que la abuela es muy apreciado para fa­bricar jabones y darle otros usos medicinales.

—No prendas el fuego cer­ca de esa planta— le gritó su nieto cuando vio que disponía leña cerca del arbusto para preparar el asado. Esa planta se quema fácilmente.

La abuela se maravillaba de la cantidad de cosas que sabían sus nietos. A ella le costaba diferenciar entre la planta de menta y la de perejil.

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Cuento de casa con ventanas

La primera vez que la abuela fue a visitar a los nie­tos, estuvo llena de sorpresas. Una de ellas, fue la casa en donde vivían.

—Me parece que les quedó una piedra gigante en medio de la cocina—dijo nada más entrar.

Le explicaron a la abuela que esas piedras eran la base de la casa, que era muy difícil sacarlas y que lo mejor era incorporarlas a la vivienda. Muchas de las piedras que estaban cerca de la construcción las ha­bían utilizado para realizar el muro de contención. Otras, las trajeron desde el río se­co con carretillas, haciendo muchos viajes. Cada piedra tenía su historia.

— ¿Por qué no utilizaron la­drillos y cemento? —quiso saber la abuela.

Para la construcción de las casas utilizaron el material que había en la zona. También averiguaron cómo construían las vivien­das los pueblos que habían habitado esas tierras desde hacía muchísimos años. Llevaron a la abue­la a hacer un recorrido y le mostraron algunas vi­viendas. Las que estaban realizadas con bloques de cemento eran muy frías en invierno y muy ca­lurosas en verano. En cambio, las que estaban he­chas de piedra y adobe, mantenían la temperatura siempre agradable.

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Evangelio del Domingo, 10 de Abril de 2016

El evangelio de este domingo tiene tres secuencias: la pesca milagrosa en el lago de Galilea, una comida y un diálogo íntimo con Pedro. Primera secuencia: Pedro y otros siete discípulos van a pescar. Bregan toda la noche, pero no pescan nada. Al amanecer les dice Jesús, sin que ellos sepan que es Él: “Echad la red a la derecha”. La redada de peces fue especial: “ciento cincuenta y tres peces grandes”. En el momento del fracaso de sus discípulos Jesús se hace presente, da instrucciones pertinentes, ellos obedecen y hacen una gran redada.

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Nuestro testimonio pascual en una sociedad pluralista

Fidel Herráez Vegas (Arzobispo de Burgos)

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La importancia de la Pascua fue puesta de relieve por los cristianos de los primeros siglos mediante la celebración de la cincuentena pascual: como la Pascua era el ‘día de los días’, el ‘señor de los días’, la fiesta litúrgica debía prolongarse con la misma convicción y alegría durante siete semanas, hasta la solemnidad de Pentecostés.
Hay que valorar positivamente todos los intentos por recuperar ese aliento, para que realmente la novedad pascual penetre nuestra espiritualidad y nuestro testimonio. La vida y la esperanza que proceden del Resucitado constituye el centro de nuestra fe y por ello el mejor regalo que podemos ofrecer a un mundo que se debate entre sus magníficos logros y sus angustiosas incertidumbres. Durante la Semana Santa hemos manifestado colectivamente nuestra fe. Con la misma actitud debemos seguir haciéndolo a lo largo del año, alentados por el Espíritu del Resucitado.

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Parroquia Sagrada Familia