Muchas son las plantas que conoció la abuela visitando a sus nietos. Una de ellas le llamó especialmente la atención, la jarilla. Es un arbusto que no tiene más de un metro y medio de altura, es decir más bajo que la abuela es muy apreciado para fabricar jabones y darle otros usos medicinales.
—No prendas el fuego cerca de esa planta— le gritó su nieto cuando vio que disponía leña cerca del arbusto para preparar el asado. Esa planta se quema fácilmente.
La abuela se maravillaba de la cantidad de cosas que sabían sus nietos. A ella le costaba diferenciar entre la planta de menta y la de perejil.
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La primera vez que la abuela fue a visitar a los nietos, estuvo llena de sorpresas. Una de ellas, fue la casa en donde vivían.
—Me parece que les quedó una piedra gigante en medio de la cocina—dijo nada más entrar.
Le explicaron a la abuela que esas piedras eran la base de la casa, que era muy difícil sacarlas y que lo mejor era incorporarlas a la vivienda. Muchas de las piedras que estaban cerca de la construcción las habían utilizado para realizar el muro de contención. Otras, las trajeron desde el río seco con carretillas, haciendo muchos viajes. Cada piedra tenía su historia.
— ¿Por qué no utilizaron ladrillos y cemento? —quiso saber la abuela.
Para la construcción de las casas utilizaron el material que había en la zona. También averiguaron cómo construían las viviendas los pueblos que habían habitado esas tierras desde hacía muchísimos años. Llevaron a la abuela a hacer un recorrido y le mostraron algunas viviendas. Las que estaban realizadas con bloques de cemento eran muy frías en invierno y muy calurosas en verano. En cambio, las que estaban hechas de piedra y adobe, mantenían la temperatura siempre agradable.
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El evangelio de este domingo tiene tres secuencias: la pesca milagrosa en el lago de Galilea, una comida y un diálogo íntimo con Pedro. Primera secuencia: Pedro y otros siete discípulos van a pescar. Bregan toda la noche, pero no pescan nada. Al amanecer les dice Jesús, sin que ellos sepan que es Él: “Echad la red a la derecha”. La redada de peces fue especial: “ciento cincuenta y tres peces grandes”. En el momento del fracaso de sus discípulos Jesús se hace presente, da instrucciones pertinentes, ellos obedecen y hacen una gran redada.
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Fidel Herráez Vegas (Arzobispo de Burgos)
La importancia de la Pascua fue puesta de relieve por los cristianos de los primeros siglos mediante la celebración de la cincuentena pascual: como la Pascua era el ‘día de los días’, el ‘señor de los días’, la fiesta litúrgica debía prolongarse con la misma convicción y alegría durante siete semanas, hasta la solemnidad de Pentecostés.
Hay que valorar positivamente todos los intentos por recuperar ese aliento, para que realmente la novedad pascual penetre nuestra espiritualidad y nuestro testimonio. La vida y la esperanza que proceden del Resucitado constituye el centro de nuestra fe y por ello el mejor regalo que podemos ofrecer a un mundo que se debate entre sus magníficos logros y sus angustiosas incertidumbres. Durante la Semana Santa hemos manifestado colectivamente nuestra fe. Con la misma actitud debemos seguir haciéndolo a lo largo del año, alentados por el Espíritu del Resucitado.
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