Lectura del santo evangelio según san Lucas (24,35-48):
En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice:
«Paz a vosotros.»
Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo:
«¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.»
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
«¿Tenéis ahí algo que comer?»
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo:
«Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse.»
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió:
«Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.»
Francisco Gil Hellín (Arzobispo de Burgos)
El viernes día 13 de abril, el Papa anunció de modo oficial un Año Santo Extraordinario dedicado a la misericordia. Como se sabe, un Año Santo es una iniciativa pastoral que toma la Iglesia con el fin de llevar a sus hijos a vivir una experiencia religiosa con especial intensidad y renovación espiritual. Hunde sus raíces en el Antiguo Testamento, en el cual se establecía que cada 50 años se celebrase uno en el que se debía restituir la igualdad a todos los hijos de Israel, ofreciendo nuevas oportunidades a las familias que habían perdido sus posibilidades.
La Iglesia comenzó a celebrar 'años santos' durante el pontificado de Bonifacio VIII, el año 1300. Este Papa estableció que se celebrasen cada 100 años, pero desde 1475 el tiempo se redujo a 25 años, con el fin de hacer posible que cada generación pudiese vivir, al menos, uno durante su vida. Por otra parte, el Papa suele proclamar un Año Santo Extraordinario con ocasión de un acontecimiento especial. Es lo que hizo, por ejemplo, san Juan Pablo II el año 2000 para conmemorar los dos mil años de la Redención y lo que hace ahora el papa Francisco para ofrecer a la Humanidad 'la vía del perdón y de la misericordia'.
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En esta nueva edición se centran en el estudio del cuerpo humano. Después de reflexionar sobre el origen de la vida, sobre el origen del cosmos y sobre el funcionamiento del cerebro humano, es el momento de abordar el cuerpo humano como unidad. Es todo el cuerpo humano el que siente y el que piensa, aunque sea una parte la que nos haga ser conscientes de ello y nos permita comunicarlo y recordarlo. A través del cuerpo humanizado podemos relacionarnos con el medio en el que vivimos y tomar decisiones de un tipo u otro, o constatar el paso del tiempo como vivencia del tiempo.
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Somos nuestros relatos. Escribimos de nuestro puño y letra el guión de nuestra propia novela, pero la hacemos con otros. Ahora bien, todo relato se abre al futuro y, en todos ellos, se palpita a menudo un ansia de inmortalidad, una esperanza de vida futura, esperanza de que con la muerte no todo se lo traga la tierra. Una aspiración tan profunda ¿no tiene cabida en nuestras historias?
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