La piedra fundamental
Pato tuvo por mucho tiempo a una gran enemiga que quería hacerle daño. Por mucho tiempo lloró por su presencia, por no permitirle ser cómo los demás esperaban que fuera.
Lloró cuando sus compañeros de escuela y su señorita se burlaron de ella, cuando su propio hermano la humilló y la trató de menos por su culpa, haciendo comentarios horribles. Lloró cuando sus profesores le pedían que se acercara a algún directivo o personal no docente a solicitar algo, y sufría en el camino porque estaba segurísima que aparecería. Y no se equivocaba.
Lloró cuando por su culpa decidió callarse por muchos años, más de 10 años. La odió y lloró cuando por su culpa no consultaba en clase por temor a que quisiera dominar la situación.
Lloró cuando la trataron de enferma o de querer llamar la atención.
Lloró por tener que privarse de decir su nombre completo (Patricia Marcela Fermonsel) y decir simplemente “Pato” por miedo a que apareciera.
Lloró y se enfureció cuando creía que era impedimento para realizar muchas cosas que se prohibió.
Lloró en una clase cuando comenzaron hablar sobre algo que se relacionaba y se acordó de ella. En ese momento pensó callarse, pero cuando se dio cuenta ya estaba hablando.
Pato se animó a dejarla mal parada, se animó a ser ella misma la protagonista de su vida. Y le habló directamente a quien durante años la había atormentado:
—Déjame decirte que hoy entendí que solo sos un síntoma que irá desapareciendo a la medida que vaya observando y desatando aquellas ataduras que permiten tu presencia. Ya no tendrás el control de mis acciones, ya no. Quiero decirte que te hablo a ti, a ti que por mucho tiempo no me atreví a mencionarte por miedo a lo que puedas hacer. A ti, Tartamudez, no te tendré más miedo. Vete de mi vida. No te necesito más.
Este mismo texto, con algunas modificaciones, lo envió un alumno que se atrevió, después de más de 10 años, a hablar en una clase. Pato, dejado de lado durante la escuela por sus compañeros, docentes y familiares, finalmente fue uno de los pilares de ese curso.
Jesús nos invita a hablar claramente de lo que él nos enseña. No tengamos miedo de vivir según el amor. A veces se pueden reír o burlar de nosotros. Pero, Dios siempre está a nuestro lado y, si vivimos en el amor, seremos realmente felices.