La comida (La fiesta de los 15 años de Antonia)
La organización de la fiesta de los 15 años andaba muy bien. Tenían el lugar y la lista de invitados. En el fondo de la casa, ya estaban los materiales para hacer el merendero, y la mano de obra la pondrían familiares y amigos de sus padres. Faltaban varios meses, y todo iba a estar listo para principios de noviembre. Les iba a quedar tiempo para limpiar, adornar, preparar todo para la fiesta.
Un día, Antonia encontró a sus padres en la cocina haciendo cuentas con expresión de preocupación. —¿Qué os pasa? ¿Por qué estáis tan serios? —Estamos haciendo cuentas y viendo cómo vamos a pagar los gastos del cumpleaños. Entre la comida, la música, la ropa... Pero tú no te preocupes, lo vamos a solucionar de alguna forma —dijo el padre. —Como dice la abuela, no hay que preocuparse, hay que ocuparse —dijo Antonia y puso agua para el café.
Después, se sentó entre los dos y comenzó a mirar los papeles donde figuraban algunos presupuestos. —Mira papá, yo no entiendo mucho de dinero, pero me parece que estos presupuestos son varios sueldos tuyos y de mamá. Vamos a pensar otra cosa. —Yo me acuerdo que varias veces, al volver de un cumple, nos contaste lo bien que lo habías pasado y la comida tan rica que comiste. Por eso pedimos estos presupuestos. —Mira mamá, hay comidas muy ricas que nunca hacen en las fiestas de salones, y a mí me encantan. Por ejemplo, la sopa de la abuela no se puede comparar con nada. —¡Pero hija! ¿Cómo vamos a dar sopa? —Mamá, tú me dijiste que la fiesta era como yo quería, y a mí me encanta esa comida. La abuela la hace como nadie. El tío me preguntó qué quería de regalo, bueno, le voy a pedir los chorizos caseros que él hace y a la tía ese pan que no se puede comprar en ninguna panadería. Papá puede hacer las bombas de patata rellenas de queso y tu mamá, empanadas. Esas pequeñitas que haces de verdura, de maíz y de pollo. El abuelo hace unos ravioles caseros increíbles. En un cumple, cuando estaba amaneciendo, nos sirvieron una cazuelitas de raviolis con crema buenísimos. Nos sentamos a ver el amanecer. Fue increíble. Y de la parte dulce, me ocupo yo. El día anterior invito a varios compañeros y cocinamos. Lucio, tarta de chocolate, Marcela, rosquillas, Lucrecia es especialista en tarta de ricota y de manzana, yo hago la de limón... También podemos comprar sandía. Un día vi que la cortaban en triángulos y le ponían un palito de helado, si pones imaginación, todo se puede transformar. Antonia dijo todo esto casi sin respirar y mientras buscaba en Google “cómo cortar sandía”. Los tres se maravillaron de cómo podían cortarla y prepararla de formas tan divertidas. —Para la música, es sencillo, la buscamos en Internet y la ponemos en el móvil que seguro tiene alguno de mis amigos. Las luces las podemos hacer con latas y papel, como cuando erais vosotros más jóvenes... Ya está, me tengo que ir a Educación Física. Antonia les dio un beso y salió corriendo. Su padre y su madre se abrazaron en la cocina. Tenían una inmensa alegría. Su hija era maravillosa y la fiesta iba a ser inolvidable.
¿Somos creativos cuando surgen inconvenientes? ¿Queremos copiar lo que hacen otros?. En este tercer domingo de Adviento el profeta Sofonías nos recuerda que Dios habita en medio de nosotros, que no tengamos miedo porque él nos da fuerza y esperanza. ¿Dónde se hace presente Jesús? El está en el corazón de cada uno, cuando somos capaces de dar algo de lo que tenemos al más pobre, cuando no exigimos al otro más de lo que puede darnos.