Idea genial

Faltaban pocos días para terminar el primer curso. La mayoría de los niños sabían leer bien, otros lo hacían con dificultad pero Javi, todavía no podía. La Seño estaba muy preocupada, le habían dicho que, para pasar de curso, sus alumnos debían saber leer y escribir. Los niños estaban trabajando en grupo para preparar los banderines para la fiesta de fin de curso mientras ella, sentada en el escritorio, ordenaba los cuadernos. Había pedido a los niños que llevaran a la escuela todos los que habían utilizado para ponerlos juntos, atados con una cinta roja y un gran lazo. Símbolo de lo que habían trabajado. Los colocaba sobre unas mesas que había tapado con una tela verde y sobre cada pila iba a poner una plantita, un cactus de su jardín, plantado en una lata pintada con tizas de pizarra.

En cada lata, escribió el nombre de cada niño. Santiago estaba pintando un banderín, levantó la vista y vio el rostro preocupado de la maestra. Se acercó a ella y le preguntó: —¿Qué le pasa, Seño? Estamos terminando el año, ¿por qué esa cara de preocupación? No hizo falta que la Seño le dijera nada. Santiago vio que sobre el escritorio estaban los cuadernos de Javi. —Javi es un destacado, me enseñó un montón – dijo Santiago. —¿Cómo es eso? –preguntó la Seño. —Sí, tiene una imaginación inmensa, cuenta unas historias increíbles y sabe miles de poesías de memoria. Él dice que es por el nombre que le pusieron, que significa “raza de poeta”. En su familia, por la noche, cuentan historias alrededor del fuego, como hacían los abuelos de sus abuelos. No tiene mucho tiempo de practicar, porque después de la escuela ayuda en las cosas de su casa. Cada miembro de su familia tiene una tarea asignada. Tampoco puede leer cuando anochece porque no tienen mucha luz, apenas alguna lamparita. El otro día me contó que está esperando que se terminen las clases, porque va a tener tiempo para ponerse al día con lo que le falta porque anochece más tarde. La maestra estaba segura de que lo último que le dijo Santiago no era del todo cierto. Pero, lo de las historias, ¿sería así? —Javi, ven que te quiero preguntar algo. Javi se acercó mirando hacia abajo. —Me contó Santiago que te gusta contar historias y decir poesías. ¿Nos cuentas algo? Javi levantó la vista, sonrió y comenzó a recitar una larga poesía narrada por sus antepasados. A la Seño se le ocurrió una idea genial. En el acto de fin de año, los chicos de primero representaron lo que les contó Javi, que, parado en un rincón del escenario, vestido con la ropa propia de su nación gitana, recitó totalmente de memoria el relato. Los aplausos fueron casi interminables. Hasta la directora aplaudió de pie y felicitó a la Seño por lo que habían hecho. Al día siguiente, en el pasillo, la directora volvió a felicitar a la Seño, especialmente por lo que había hecho con Javi, un niño que había llegado a primer grado sin tener muchas pautas, y que incluso no había ido al jardín de infancia y había terminado siendo el protagonista del acto. —Sí, realmente hizo un montón, espero que el año que viene aprenda a leer. La directora no contestó nada a la Seño después de todo lo que había felicitado a Javi. Además, la maestra tenía razón, tendría tiempo para aprender a leer.

¿Sabes cuáles son las capacidades de tus compañeros? ¿Te preocupas de saber qué les pasa, qué sienten?. En el Evangelio tenemos varias Buenas Noticias. Jesús nos conoce y nos ama profundamente. Jesús dio su vida por nosotros. Nadie puede separarnos de Jesús ni de Dios.

Parroquia Sagrada Familia