La familia Gabini - (9ª parte) - Final inesperado
Los hermanos Gabini se habían integrado muy bien en la escuela. Todavía les faltaba conocer varias de las costumbres de Arroyo Corto porque aún conservaban hábitos de cuando vivían en la Ciudad. Se acercaba el día de la primavera. En su antigua escuela, ese día llevaban algo para compartir; uno de los recreos se alargaba más de lo acostumbrado y se hacía un picnic en el patio. Carlitos preguntó si harían lo mismo en su nueva escuela. Pero en el pueblo, la costumbre era otra. Los chicos elegían algún lugar para festejar ese día juntos. El lugar elegido ese año fue una vía abandonada que cruzaba por un costado del pueblo. Algunos padres cortaron la hierba y los maestros prepararon juegos. La Búsqueda del Tesoro era el preferido de los pequeños y de los grandes. Se formaban varios equipos y, además de buscar el tesoro, debían pagar prendas, disfrazarse, responder preguntas y acertijos. Carlitos estaba muy entusiasmado, era su primera Búsqueda del Tesoro. Corría de un lado para otro animando al grupo. La última pista era muy compleja. ¿Dónde habían ocultado el tesoro? ¿Al final de la vía? ¿En la casa abandonada que estaba del otro lado de la vía?
Los organizadores no decían nada más que sigan buscando mientras tomaban café a la sombra. —Digan frío o caliente, para saber si estamos cerca... —¿Buscamos algo pequeño o algo grande? Pero los maestros no daban más detalles. —Sigan buscando, si no, dentro de un rato les daremos más pistas. Carlitos se separó de su grupo para buscar entre los árboles que estaban detrás de la casa abandonada. Recorrió unos metros, pero le pareció que era un lugar por donde nadie pasaba hacía años. Estaba por volver con el resto de los compañeros cuando sintió una piedrita en el zapato. Vio un montículo que parecía una piedra debajo de un árbol y se sentó para sacarse el calzado. Al apoyarse, sintió que no era una piedra, era algo diferente. Un bulto cubierto por tierra y hierba. ¿Sería el tesoro? Carlitos comenzó a gritar y rápidamente llegaron los chicos, los padres y los maestros que sabían que ahí no estaba el tesoro.
De a uno, fueron tocando el montículo, y estuvieron de acuerdo en que eso no era algo natural, no era una rama, no era un animal. Marisol, inocentemente porque no conocía la historia que contaban los niños, dijo: “Parece que tiene asas, será un bolso”. ¿Sería el del hombre que vivió en esa casa abandonada y un día desapareció? El maestro, que vivía cerca, fue a buscar una pala. Se armó un círculo a su alrededor que observaba; aparecieron las asas y, finalmente, el bolso quedó al descubierto. El maestro lo tocó y dijo que le parecía que tenía libros. Lo abrió y efectivamente, el bolso contenía libros y cuadernos. En el grupo estaba la bibliotecaria encargada de la Biblioteca Popular que funcionaba en el Club. Se ofreció a llevar el bolso y ponerlo en una vitrina. Ese día la Búsqueda del Tesoro tuvo un final inesperado. Nadie se acordó de la bolsa de caramelos. Para Carlitos, ese fue un día clave. Descubrió la biblioteca y la pasión por los libros. Cada vez que podía iba con su bicicleta y ayudaba a la bibliotecaria. Sacaron los libros y cuadernos del bolso.
Carlitos copió en el ordenador el contenido de los cuadernos, que eran listas de compras en Turín, lugar de donde habían llegado los fundadores del pueblo, recetas de cocina... Hizo una lista de los libros de historia y las novelas. Una de ellas le llamó la atención, aunque como estaba escrita en italiano, no entendía lo que decía. La novela era La Divina Comedia, de Dante Alighieri, una de las novelas más conocidas de todos los tiempos. Mucho más tarde, Carlos, ya no Carlitos, leería la traducción de esta novela hecha por Bartolomé Mitre y, ya en la universidad, la leería en italiano. Ese día de la primavera marcó a Carlitos para toda la vida. Su casa se llenó de bibliotecas, de libros, de sueños...
¿Recuerdas algún momento de tu vida que te haya conmovido? ¿Tienes alguna pasión? El evangelio de hoy es claro. Jesús vino para todos. En un primer momento no quiere escuchar a la mujer cananea, pero luego reconoce que tiene una gran fe. Es un texto que nos hace reflexionar qué hacemos en un mundo en donde los inmigrantes son despreciados, mueren en el mar, son deportados, separados de su familia. En un momento en donde se cuestiona si los nacidos en países vecinos se pueden atender en nuestros hospitales o estudiar en nuestras escuelas, Jesús es muy contundente. Él vino a cumplir los deseos de todos, sin distinción.