Cuidar la naturaleza
La catequista enseñaba a los niños que iban a tomar la primera comunión:
—El papa Francisco escribió un hermoso texto acerca del cuidado de la naturaleza. En él habla del mundo como nuestra casa común y nos invita a rezar juntos la oración de san Francisco a Dios por las criaturas.
Tomó un libro y leyó.
“Bendito seas, mi Señor, con todas tus criaturas y especialmente con mi señor el hermano sol, por el cual haces el día y nos das la luz y es bello y radiante con gran resplandor, se parece a ti.
Bendito seas, mi Señor, por la hermana luna y por las estrellas; ahí están en el cielo como tú las has formado claras, preciosas y bellas.
Bendito seas, mi Señor, por el hermano viento; por el aire, por el nublado, por el sereno y por todo tiempo con los que a tus criaturas procuras alimento.
Bendito seas también, Señor, por la hermana agua que es muy útil, humilde, preciosa y casta.
Bendito seas, mi señor, por el hermano fuego que ilumina la noche bello, alegre, robusto y fuerte.
Bendito seas, mi Señor por nuestra hermana la Madre Tierra que nos sostiene y nos lleva y produce frutos diversos con flores de colores y yerba”.
La catequista les explicó que san Francisco llamaba hermanos y hermanas a todas las criaturas, a todos los animales, desde el más grande al más pequeño.
Uno de los niños levantó la mano y preguntó si al mosquito también había que decirle hermano. ¿Y al que nos roba? ¿y al que nos miente?
El encuentro de catequesis se puso interesante. La catequista creyó que iba a ser un día tranquilo en el cual conversarían de lo bonito de la creación y harían dibujos, pero se equivocó. Surgió una gran discusión difícil de contener, porque cada uno deseaba imponer su pensamiento sin escuchar al resto. Hablaban contando anécdotas de cosas que les habían pasado a ellos o a su familia, pero nunca pensando en el otro. La catequista escuchaba asombrada la bronca contenida de esos niños que contrastaba con la enseñanza de la catequesis que hablaba siempre del amor a Dios y a los hermanos.
Cuando se hizo un instante de silencio intervino y dijo con firmeza y convicción.
—Todo lo creado debe vivir en armonía, ninguna criatura debe desaparecer. Debemos cuidar el agua, las montañas, la tierra, las plantas y los animales. Pero, por sobre todas las cosas, para que eso sea posible, todas las personas debemos vivir como hermanos. Sí, el que nos roba también es nuestro hermano, y por eso, necesita nuestro especial cuidado. Es nuestro hermano, el extranjero, venga del país que venga y nos trate a nosotros como nos trate, es nuestro hermano. Cada hombre es nuestro hermano, somos todos hijos de Dios.
No sabemos si convenció a los niños, porque justo en ese momento sonó el timbre para salir al recreo. Ahora... ¿qué hubiéramos contestado al niño que planteó la pregunta conflictiva?.
Proteger a la naturaleza también es un acto de misericordia. Para eso, debemos amarla y reconocerla como nuestra casa. También debemos cuidar unos de otros. ¿Qué haces para proteger la naturaleza? ¿Qué haces para proteger a nuestros hermanos? ¿Te sientes hermano del otro?