Cuidar la naturaleza

La catequista enseñaba a los niños que iban a tomar la primera comunión:0013.jpg

—El papa Francisco escribió un hermoso texto acerca del cuidado de la naturaleza. En él habla del mundo como nuestra casa común y nos invita a rezar juntos la ora­ción de san Francisco a Dios por las criaturas.

Tomó un libro y leyó.

“Bendito seas, mi Se­ñor, con todas tus cria­turas y especialmente con mi señor el herma­no sol, por el cual haces el día y nos das la luz y es bello y radiante con gran resplandor, se parece a ti.
Bendito seas, mi Señor, por la hermana luna y por las estrellas; ahí están en el cielo como tú las has for­mado claras, preciosas y bellas.
Bendito seas, mi Señor, por el hermano viento; por el aire, por el nublado, por el sereno y por todo tiempo con los que a tus criaturas procuras ali­mento.
Bendito seas también, Señor, por la hermana agua que es muy útil, humilde, preciosa y casta.
Bendito seas, mi señor, por el hermano fuego que ilumina la noche bello, alegre, robusto y fuerte.
Bendito seas, mi Señor por nuestra her­mana la Madre Tierra que nos sostiene y nos lleva y produce frutos diversos con flores de colores y yerba”.

La catequista les expli­có que san Francisco llamaba hermanos y hermanas a todas las criaturas, a todos los animales, desde el más grande al más peque­ño.

Uno de los niños levan­tó la mano y preguntó si al mosquito también había que decirle her­mano. ¿Y al que nos ro­ba? ¿y al que nos miente?

El encuentro de catequesis se puso intere­sante. La catequista creyó que iba a ser un día tranquilo en el cual conversarían de lo bonito de la creación y harían dibujos, pero se equivocó. Surgió una gran discusión di­fícil de contener, porque cada uno desea­ba imponer su pensamiento sin escuchar al resto. Hablaban contando anécdotas de cosas que les habían pasado a ellos o a su familia, pero nunca pensando en el otro. La catequista escuchaba asombrada la bronca contenida de esos niños que con­trastaba con la enseñanza de la catequesis que hablaba siempre del amor a Dios y a los hermanos.

Cuando se hizo un instante de silencio intervino y dijo con firmeza y convicción.

—Todo lo creado debe vivir en armonía, ninguna criatura debe desaparecer. De­bemos cuidar el agua, las montañas, la tierra, las plantas y los animales. Pero, por sobre todas las cosas, para que eso sea posible, todas las personas debemos vivir como hermanos. Sí, el que nos roba también es nuestro hermano, y por eso, necesita nuestro especial cuidado. Es nuestro hermano, el extranjero, venga del país que venga y nos trate a nosotros como nos trate, es nuestro hermano. Ca­da hombre es nuestro hermano, somos todos hijos de Dios.

No sabemos si convenció a los niños, porque justo en ese momento sonó el timbre para salir al recreo. Ahora... ¿qué hubiéramos contestado al niño que plan­teó la pregunta conflictiva?.

Proteger a la naturaleza también es un acto de misericordia. Para eso, debemos amarla y reconocerla como nuestra casa. También debemos cuidar unos de otros. ¿Qué haces para proteger la naturaleza? ¿Qué haces para proteger a nuestros hermanos? ¿Te sientes hermano del otro?

Parroquia Sagrada Familia