Pesadilla...

Hay personas que no recuerdan los sueños, hay otras que los pueden contar hasta con colores y olores. Algunas frecuentan pesadillas y despiertan con sensaciones feas. Aunque se pretenda ignorarlo, siempre los sueños hablan de algo que habita en la interioridad: un sentimiento, una idea, una palabra escuchada al azar, un deseo... Paula era muy ordenada, planificaba todas las actividades diarias. Por la noche, antes de dormir, hacía una lista de lo que haría al día siguiente, con horario para cada cosa.

Una mañana se despertó transpirando, había tenido una pesadilla. En su sueño, se levantaba y no encontraba la lista que había preparado por la noche. La buscaba debajo de la cama, en la cocina, hasta en el baño, y nada, la lista no estaba. Se sentaba e intentaba volver a escribirla, pero justo llegaba su madre a despertarla para ir a la escuela. Sentía que iba de un lado hacia el otro sin encontrar las cosas que necesitaría y no recordaba qué iba a necesitar. En la escuela, se sorprendía con cosas que le pedía la maestra, se angustiaba porque no tenía el material o porque no se había preparado lo suficiente para una prueba. Cuando las maestras, su padre y su madre la retaban, ella se angustiaba. Todo aparecía mezclado en el sueño: sus padres, en la escuela, y las maestras, en su casa. Ella se vio sentada en una piedra sola, mirando el mar. Allí había paz, silencio. De pronto, sintió unos pasos detrás de ella. Era una compañera, una de las más calladas, una de las que no sobresalían, de las que no actuaban en los actos y que nunca serían abanderadas ni escoltas. Se acercaba con la misma sonrisa de siempre, se sentó a su lado y sacó de la mochila dos zumos y unos bizcochos de crema, de esos que ensucian las manos y que Paula nunca comía. Así, en silencio, escucharon el mar. Sintieron el ruido de las olas y el olor del agua. Después, corrieron por la playa, se revolcaron en la arena y se metieron en el mar. Hicieron un fuego y se quedaron dormidas.

Ahí se despertó. ¿De dónde provenía la angustia? El sueño no había sido tan malo y había terminado muy bien. Lo comentó con su familia durante el desayuno. —Creo que la angustia proviene de no saber qué hacer cuando sucede algo que no tienes planificado. No está mal ser tan organizada, pero, quizá te estés perdiendo de aquello que pueda sorprenderte. La vida no está tan planificada, suceden cosas que no tenemos pensadas. No te aferres a tu lista. Si quieres seguir haciéndola, que sea para ayudarte, no para atarte.

¿Planificas las actividades? ¿Te pareces a Paula, o eres lo opuesto? ¿Sientes que debes modificar algo para estar atento a lo que puede sorprenderte? Jesús caminaba por territorio pagano cuando una mujer le pidió que curara a su hijo. “No vine para ustedes”. Tanto le suplicó la mujer que Jesús se compadeció, modificó lo que tenía pensado y lo curó.
Jesús es muy claro cuando dice cómo seguirlo: amándolo a él y a los demás. Sólo las exigencias relacionadas con el amor, son de Dios. Cuando tengamos dudas, hablamos, discutamos, reunámonos con otros, hagamos de la misma forma que lo hicieron los primeros discípulos cuando surgía un problema. No tengamos miedo porque, como dice en el Apocalipsis, Dios vive en medio nuestro.

Parroquia Sagrada Familia