Casa común

Era domingo, y la familia salió a pasear por el barrio hasta la plaza. Unos bocaditos y refrescos. La pelota y... la tablet –gritaron los niños–. ¡En la plaza hay internet! —Bueno, pero con la tablet, solo un rato. Llegaron a la plaza y se encontraron con algunos vecinos y compañeros de la escuela. Era un bonito día, después de una semana de lluvia, y eran muchas las familias que habían decidido salir a tomar un poco de sol. Niños y niñas corrían, jugaban a la pelota, se ensuciaban con el barro y disfrutaban del aire libre y la compañía. —Mamá, ¿podemos ver la tablet? —Ahora, con este sol, mejor vais a jugar. Cuando volvamos, vemos algo. —Bueno, pero bájanos la peli esa en que la Tierra se vuelve inhabitable y tienen que ir a otro planeta. ¡Es buenísima! Cuando empezó a oscurecer, recogieron las cosas y volvieron a casa. Se bañaron y se sentaron a ver la película.

El domingo a la noche era buenísimo. Tomaban sopa de fideos y caldo de pollo mirando la tele. Esa noche, antes de la película, su madre conectó el móvil a la tele y les pasó varias fotos que había sacado de la plaza y de lugares cercanos mientras ellos jugaban. Se veía basura, agua estancada, casas muy precarias, fábricas... —¿Para qué nos enseñas estas fotos? – preguntaron los niños. —Cuando me pidieron que les bajara esa película, pensé que la mayoría de ese tipo de historias del futuro hablan de una tierra que será terrible y que la única opción es irnos, abandonarla como abandonamos un juguete que ya no usamos porque lo hemos roto.

Ahí me puse a mirar alrededor y pensé que el mundo es así por nosotros, por los seres humanos que lo habitamos. Porque destruimos la naturaleza para sacar minerales, más de los que necesitamos; porque quemamos y amontonamos basura sin preocuparnos en generar cada día menos. —¡Mamá, nos arruinaste el domingo! —Lo que no quiero es arruinarles la vida y, si no os digo esto, si no lo pensamos y no hacemos algo, esa película va a ser verdad, y eso es lo realmente triste. Tenemos solo este hogar, esta casa común. Esa noche, se sentaron a mirar la película convencidos de que debían hacer todo lo posible para que sólo fuera una ficción.

¿Qué haces por nuestra casa común? ¿Te esfuerzas por tomar conciencia de las actividades que destrozan la naturaleza?. No debemos hacer diferencia entre las personas por la forma de ser, por dónde viven. No importa de qué nación son. Los españoles, los franceses, los ingleses... todos somos iguales y tenemos una casa en común. Nuestro mundo, nuestra casa, no tendría que tener fronteras que nos pongan unos contra otros. Pidámosle a Jesús que nos abra los oídos para escuchar a los más pobres y nos suelte la lengua para defender la justicia.

Parroquia Sagrada Familia