Mirando hacia adelante, fijos los ojos en Jesús

Fidel Herráez Vegas (Arzobispo de Burgos)

gil hellin

Alguien ha escrito, y me gustaba al leerlo uno de estos días, que «la fe es como el pájaro que canta cuando el amanecer está todavía oscuro». El amanecer siempre trae esperanza, pero si aún está oscuro ha de alentarnos con fuerza especial la fe. Pienso que el Señor nos regala este nuevo curso para crecer en la fe, permanecer en la esperanza y, en las actuales circunstancias, desvivirnos en la caridad.

En continuidad con lo que os decía el domingo pasado, al referirme al comienzo del curso pastoral, es el momento de mirar hacia adelante. Ha finalizado el Plan Pastoral Diocesano, Discípulos Misioneros, planificado para los años 2016-2020. Ahora el Espíritu nos sostiene para afrontar con confianza y responsabilidad el presente; y nos empuja hacia el futuro porque Él mismo nos está esperando y nos va marcando el camino. Así actuó en el primer Pentecostés con la Iglesia naciente, y así seguirá actuando entre nosotros haciéndonos experimentar el amor que supera todos los miedos.

Para ello nos ha de ayudar de modo especial la Asamblea Diocesana, que tiene como temas inmediatos la responsabilidad de cada uno de los bautizados en la vida y misión de la Iglesia, y la calidad de nuestro testimonio y de nuestro compromiso en favor del Reino de Dios en medio de la sociedad. En este sentido la Asamblea nos permitirá recoger las orientaciones del reciente Congreso Nacional de Laicos. Igualmente, el Año Jubilar en la conmemoración del VIII Centenario de la Catedral debe alimentar nuestra conciencia diocesana, profundizar nuestra vida espiritual y consolidar nuestra presencia en la vida social.

No podemos ignorar que la situación creada por la pandemia con su rápida difusión, alterando la vida ordinaria y trastocando tantos aspectos sociales, religiosos, civiles, sanitarios y económicos, ha provocado en muchos miembros de nuestra Iglesia desconcierto e inseguridad ante algo a lo que no estábamos acostumbrados. Ha roto nuestras rutinas, a veces ha puesto a prueba la fe y ha cuestionado nuestras seguridades; y por ello ha suscitado en todos la necesidad de discernimiento y de opciones claras y conscientes. Muchos habéis salido fortalecidos de la dificultad y habéis reafirmado vuestro compromiso cristiano. Pero algunos han experimentado un debilitamiento en su vínculo eclesial o sienten dificultad de reincorporarse a la comunidad y a la vida ordinaria de la Iglesia. A todos deseo deciros que la Iglesia sigue siendo vuestro hogar y que, gracias a la presencia del Espíritu del Señor Resucitado y a la colaboración y buena voluntad de todos, seguirá convirtiéndose en hogar fraterno y abierto, tanto para los que se encuentran cansados y agobiados como para los que sienten un nuevo entusiasmo y dinamismo evangelizador. Quizás lo necesitamos más que nunca.

Comprendo la dificultad que cada uno de vosotros debe afrontar ahora para restablecer las tareas más inmediatas y urgentes en la parroquia, en el movimiento, en la asociación, en el colegio, en la catequesis, en el voluntariado… Me siento cercano a vosotros, valoro mucho este esfuerzo suplementario y novedoso y pido al Señor que os comunique su fuerza y su gracia. Pero, a la vez, os animo y os convoco para que no perdáis la mirada diocesana, para que os sintáis implicados en la Asamblea, en el Año Jubilar y en la Propuesta Pastoral para estos tiempos especiales. No son realidades distintas que se yuxtaponen unas a otras: es el mismo sujeto, la Iglesia en Burgos, la que está en Asamblea, la que celebra el Jubileo, la que está llamada a curar, cuidar y compartir. Nunca será una solución pastoral adecuada y duradera la que se logra de modo individualista, en el propio ámbito, trabajando de modo aislado, desentendiéndose de lo que nos afecta al conjunto. La revitalización y la solidez de nuestra Iglesia diocesana sólo es posible gracias a la aportación de todos, lo cual a su vez contribuirá a la solidez de las iniciativas particulares.

Comencemos así el nuevo curso, en el nombre del Señor, a la escucha del Espíritu, mirando hacia adelante y «caminando alegres con Jesús», como dice el lema de nuestra Asamblea. Fijos los ojos en Él para aprender a vivir y a mirar los acontecimientos y las personas con su misma mirada; para poner en los miedos, valentía; en las incertidumbres, discernimiento; en las recaídas, responsabilidad; en los egoísmos, servicio; para llevar a los lugares sufrientes y desesperanzados, en este tiempo crítico, la verdadera esperanza.

Pidamos a María, Virgen de la mirada fija en el Señor y presurosa para servirle en los demás, que nos ayude a vivir así el curso pastoral que ahora estrenamos: con la firmeza de su fe, la fuerza de su esperanza y la profundidad de su amor.

Parroquia Sagrada Familia