«Sentidme especialmente cercano»
Fidel Herráez Vegas (Arzobispo de Burgos)
Carta del arzobispo de Burgos, don Fidel Herráez Vegas, con recomendaciones para contener la expansión del coronavirus.
Recibid todos mi saludo muy cordial:
Si siempre quiero estar cerca de vosotros, sentidme especialmente cercano en estos momentos de incertidumbre y dificultad. Las circunstancias que estamos viviendo son ciertamente excepcionales. Hemos pasado rápidamente de la normalidad a una situación ciertamente no deseada. Percibimos, una vez más, la fragilidad del ser humano así como la potencialidad que anima en su corazón en expresiones de solidaridad. Nuestro espíritu se eleva hacia nuestro Padre Dios que acompaña siempre la historia de los hombres y el caminar de los pueblos. También, o mejor dicho, especialmente en estas circunstancias Dios está con nosotros y convierte nuestro caminar en tinieblas en historia de Salvación.
En estos momentos os invito especialmente a la plegaria y la oración confiada que avive nuestra fe y esperanza. En el diálogo con el Señor, que es toda oración, os invito a descubrir las llamadas que nos está haciendo ante esta realidad. Os animo también a convertirla en plegaria de intercesión de los unos por los otros, que siempre es una forma de amor concreto. Que en nuestra oración no falten especialmente los enfermos y sus familias, para que los cure; junto a ellos, pidamos especialmente por el personal sanitario que ha de vivir esta realidad con enormes dosis de solidaridad y de cercanía; pidamos también por las autoridades responsables de gestionar esta difícil situación, para que el Espíritu del Señor les dé el don de la sabiduría y del discernimiento; oremos finalmente por todos y cada uno, para que el Señor aleje de nosotros todo mal y nos ayude a crecer y caminar en clave de solidaridad y fraternidad con los más débiles.
En este contexto que hoy vivimos, en espera de que las autoridades sanitarias puedan fijar nuevas pautas, hago mías las palabras que hoy decía el Papa Francisco: «Que el Pueblo de Dios se sienta acompañado por los pastores y el consuelo de la Palabra de Dios, los sacramentos y la oración». Ciertamente, en estos momentos, hemos de vivirnos como auténtico «hospital de campaña». Desde estas claves que me parecen importantes, siendo conscientes de que necesitamos la fuerza que nos viene de Dios y animando a la cercanía y la atención con los más vulnerables, os invito a la creatividad que nace del amor. Junto a ello, formulo las siguientes indicaciones que complementan las medidas que hasta ahora hemos venido emitiendo:
Prevenir el contagio es una responsabilidad ciudadana y también cristiana de primer orden en estos momentos. Extrememos las medidas higiénicas y sanitarias. Evitemos, como se nos está aconsejando, salir de casa y frecuentar lugares públicos. En ese sentido, quedan suspendidas todas las actividades pastorales (catequesis, Visitas Pastorales, reuniones…) y devocionales que se realizan en la Diócesis de Burgos.
Todos los fieles cristianos de la Diócesis de Burgos están dispensados de la asistencia a la celebración de la Eucaristía dominical y festiva. Como hemos venido publicando, la misa por radio, televisión o internet puede ayudarnos a vivir cristianamente estos momentos extraordinarios. Además, la comunión espiritual es una práctica tradicional de la Iglesia que podemos recuperar en estas dolorosas circunstancias, y puede ser ocasión de santificación y de comunión eclesial. Por eso, durante este tiempo inusual y extraordinario, es aconsejable que las personas mayores y más vulnerables se abstengan de acudir a la celebración de la Eucaristía tanto dominical como diaria.
Procuren los sacerdotes celebrar diariamente la Eucaristía, ofreciéndola especialmente por el Pueblo, por las personas enfermas y por la superación de esta dura situación. Que dicha celebración, cuando sea realizada con fieles, cumpla siempre la normativa que establece una distancia interpersonal de, al menos, un metro de distancia así como la limitación en el aforo.
En ese sentido, vuelvo a apelar a la responsabilidad y al buen criterio de los sacerdotes y fieles, absteniéndose de celebrar y participar si no se cumplen estos requisitos.
Por el momento, tengamos abiertos nuestros templos, para facilitar la oración y el encuentro abierto con el Señor. Estemos también los pastores disponibles para la acogida, la escucha y el aliento que se necesite. Aun así, siguiendo la normativa establecida, cerramos hoy al turismo nuestra Catedral y el resto de iglesias y museos de carácter diocesano.
Siguiendo el espíritu de estas normas que buscan acompañar y llevar esperanza a nuestra gente, dejo a la buena discreción de los sacerdotes, especialmente a los que acompañáis tantas comunidades rurales, la manera de hacerlo. No obstante, es deseable que lo comuniquéis convenientemente.
En cuanto a la celebración de exequias, las autoridades sanitarias nos invitan a evitar la concentración de personas. Por ello, se recomienda que únicamente participen en la celebración litúrgica los familiares y personas más allegadas. Suspéndanse también los cortejos fúnebres a los cementerios.
Para las confesiones se debe buscar un espacio amplio que preserve la intimidad y la seguridad recomendada.
Para el resto de celebraciones litúrgicas que no puedan ser trasladadas a otro momento más propicio, cuídense las medidas de prevención propuestas por las autoridades.
En estas especiales circunstancias, la comunidad diocesana se pone a disposición de las autoridades para facilitar e implementar las medidas que consideren más oportunas. Estamos viviendo la Cuaresma, una cuarentena que nos lleva a la armonía con Dios, con nosotros mismos, con los demás y con lo que nos rodea: que esta oportunidad inesperada nos ayude en nuestro camino hacia la Pascua.
Concluyo con esta oración del Papa Francisco a la Virgen María que os invito a rezar diariamente:
«Oh María, tú resplandeces siempre en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza.
Nosotros nos confiamos a ti, Salud de los enfermos, que bajo la cruz estuviste asociada al dolor de Jesús, manteniendo firme tu fe.
Tú, Salvación de todos los pueblos, sabes de qué tenemos necesidad y estamos seguros que proveerás, para que, como en Caná de Galilea, pueda volver la alegría y la fiesta después de este momento de prueba.
Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos a la voluntad del Padre y a hacer lo que nos dirá Jesús, quien ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos y ha cargado nuestros dolores para conducirnos, a través de la cruz, a la alegría de la resurrección.
Bajo tu protección buscamos refugio, Santa Madre de Dios. No desprecies nuestras súplicas que estamos en la prueba y libéranos de todo pecado, o Virgen gloriosa y bendita».