La paz como camino
Fidel Herráez Vegas (Arzobispo de Burgos)
En el calendario del tiempo, vamos a pasar la última hoja del año y estamos acariciando ya el año nuevo que se abre ante nosotros. Son estos unos días muy significativos por lo que suponen de balance de lo vivido durante 2019 y de abrirnos a la esperanza ante el 2020. Sin duda, acuden a nuestra mente muchos recuerdos, de lo vivido y experimentado durante los 365 días pasados, que ciertamente han supuesto, tanto en lo gratificante como en lo dificultoso, una experiencia rica de crecimiento y desarrollo personal y social. Por todo ello, os invito a dar gracias a Dios del que procede todo bien y que guía y acompaña nuestra historia. No son pocas las parroquias que, el último día del año, hacen una celebración especial para dar gracias a Dios y abrir en su presencia la página del año nuevo con alegría y confianza filial.
Ante este año que estrenamos, permitidme que sea el primero en desearos mi más cordial felicitación. Desear un feliz año es, en cierta manera, desarrollar y profundizar en esa vinculación que todos tenemos entre todos, como miembros que somos de una misma familia humana, que en los creyentes se refuerza por los lazos del Bautismo. Por eso, la felicitación del nuevo año para nosotros se convierte en el deseo de que la bendición de Dios nos acompañe a lo largo del mismo.
En esos buenos deseos que nos expresamos durante estos días, me parece que hay una palabra hebrea que los encierra todos: «Shalom». Como sabéis, este es el saludo que utiliza el pueblo judío diariamente en sus relaciones y que quiere significar mucho más que la paz. Se trata de expresar para el otro el deseo de bienestar, de paz interior y exterior, de buenas relaciones y de armonía... Sin duda que esto es lo que hoy más necesitamos de cara al nuevo año en el mundo, en la sociedad, en nuestras familias y en cada uno de nosotros. Y es lo que yo quiero pedir para vosotros ante el Señor.
Precisamente por eso, el 1º de enero se celebra la Jornada Mundial de la Paz: un bonito día para reflexionar juntos sobre lo que significa la paz y sobre lo que supone comprometernos por la paz. En el mensaje que con tal motivo ha publicado el Papa Francisco, se refiere a la paz como un camino. ¡Qué bonito concebir la paz como un proceso, como un estilo de vida, como una forma de afrontar la realidad..., como un camino, más que como una meta! En efecto, se trata de un camino de esperanza en medio de pruebas y obstáculos. Un camino que, como nos recuerda el Papa, se edifica desde algunas claves importantes que se nos pueden plantear como compromisos para el nuevo año a punto de iniciar. Os indico dos:
La primera clave es el diálogo. Todos sabemos de la dificultad que hoy tenemos para dialogar y que está en el origen de tantos conflictos políticos, comunitarios y personales. Dialogar solo es posible cuando reconocemos al otro, que es diverso a mí, como una riqueza que nos ayuda en el propio crecimiento personal. Sin embargo, cuando anida en nosotros la intolerancia, la soberbia o la voluntad de dominio, nos incapacitamos para el diálogo que es el cimiento desde el que construir la convivencia y la paz. Por eso, nos recuerda el Papa en su mensaje que «el mundo no necesita palabras vacías, sino testigos convencidos, artesanos de la paz abiertos al dialogo sin exclusión ni manipulación».
La segunda clave, como camino para la paz y como compromiso para el nuevo año, es la conversión ecológica. No es solo un cambio de unas prácticas ecológicas, sino un estilo de vida y una espiritualidad que nos ayude a preocuparnos por las condiciones y los modelos de sociedad de manera que nos ayuden a construir el bien común de manera integral, solidaria y sostenible. Se trata de una «nueva mirada sobre la vida» que nos ayude a percibir los peligros que amenazan a esta casa común en la que habitamos. En definitiva, se trata de vivir en plenitud las diferentes relaciones a las que estamos llamados y que nos humanizan más plenamente: con los otros, con lo otro y con el absolutamente Otro, con mayúscula. «Necesitamos, dice también el Papa, un cambio en las convicciones y en la mirada, que nos abra más al encuentro con los demás y a la acogida del don de la creación, que refleja la belleza y la sabiduría de su Hacedor».
Os reitero mi felicitación de año nuevo; y termino pidiendo la bendición del Señor para todos y cada uno de vosotros, con las palabras de la Escritura, en el libro de los Números: «El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor te muestre su rostro y te conceda la paz» (Núm 6,24-26) ¡Feliz Año nuevo!