De nuevo al tajo
Fidel Herráez Vegas (Arzobispo de Burgos)
«Volver al tajo» es una expresión castellana, una frase hecha, que significa volver al trabajo, al lugar o al punto donde se interrumpió la tarea, bien por un descanso o por cualquier otra situación. Así, cuando llega este mes de septiembre «volvemos al tajo» para recomenzar las diferentes actividades y retomar la marcha ordinaria que ha quedado interrumpida. El curso escolar marca, en gran medida, los ritmos vitales de las personas y de las instituciones. Es ahora el momento de hacer nuevos planes, de concretar proyectos, de afrontar retos y esperanzas. Atrás quedan las actividades veraniegas que nos han permitido tantos reencuentros con personas, con nuestro pasado, con la armonía de la casa común en la que vivimos, que nos han ayudado a descansar, a renovar aires, a descubrir la belleza de la vida...
«Volver al tajo» es ahora, para la gran mayoría, el momento de volver a la normalidad de la vida familiar, laboral, profesional, social... Intentemos hacerlo con buen ánimo y con nuevas actitudes. En situaciones similares el Papa Francisco nos aconseja, «empezar de nuevo desde lo que importa», para recordarnos que lo urgente no es con frecuencia lo más importante, y para que la fe no se reduzca solo a una idea o doctrina sino que impregne lo cotidiano y dé sentido a nuestra existencia.
Tras el descanso estival, vuelvo hoy a retomar mi contacto semanal con todos vosotros. Es para mí un motivo de gozo poder tener este espacio de reflexión y de diálogo en el que van aflorando, semana tras semana, mis esperanzas, preocupaciones, compromisos... y los voy compartiendo. El encuentro semanal a través de este medio, me permite ir tomando el pulso a la realidad de la Iglesia y de la sociedad, acompañando el quehacer de esta comunidad diocesana y discerniendo con vosotros los caminos de futuro que tenemos que ir recorriendo.
También desde el punto de vista eclesial todo se reemprende con el curso pastoral que ahora iniciamos. Para nosotros, la historia no es una mera repetición de momentos, como si se tratara de una línea de continuo retorno. Los cristianos consideramos que la historia siempre es historia de salvación y que, por tanto, cada momento es irrepetible y cada instante se convierte en un auténtico reto en el que descubrir el paso salvador de Dios por nuestra vida, que nos invita a seguirlo. Es el reto de gozar y experimentar la novedad que produce el sabernos acompañados por Jesús, que es el Señor de la historia.
Este curso pastoral se nos presenta con grandes novedades que, seguro, nos ayudarán a renovar el interés y la implicación en la vida de la diócesis. Estamos viviendo un momento especialmente hermoso en nuestra Iglesia en Burgos, como descubro especialmente a lo largo de mi Visita Pastoral. Los cambios sociales y religiosos de los que participamos, así como la celebración del VIII Centenario de la Catedral, han de ser una oportunidad para nuestra renovación personal y comunitaria. ¿A qué novedades me refiero?
En primer lugar a los cambios de las estructuras pastorales que se producirán a partir de este mismo mes. Pienso, en concreto, en la configuración de los Arciprestazgos que, como sabéis, son agrupaciones de varias parroquias de una zona, para organizar mejor la acción pastoral del conjunto. El año pasado ya se redujo el número de Arciprestazgos; y a partir de hoy, los catorce que existían quedan reducidos a once. De esta manera, los antiguos de Roa, Aranda y Santo Domingo quedan reducidos a uno que tendrá el nombre de este gran santo burgalés. Y los arciprestazgos de Ubierna-Úrbel y San Juan de Ortega quedan unidos en uno bajo la advocación de este santo protector del Camino. De la reestructuración concreta se os irá informando con más detalle. Pero sí quiero subrayar que lo que se pretende es que esta realidad estructural nos ayude a organizarnos mejor, de manera que un conjunto de parroquias de una comarca se apoyen para caminar juntas y se dinamicen nuestras comunidades parroquiales para llevar a todos, con la vida y la palabra, la buena noticia del Amor de Dios. Los Arciprestazgos han de contribuir a que vivamos la experiencia de la comunión y de la sinodalidad abiertos a la Iglesia diocesana, a ser más significativos en nuestro entorno, a aprovechar mejor los recursos, y a equilibrar en armonía las diferentes dimensiones eclesiales de la caridad, la evangelización y la celebración litúrgica.
Junto a esta novedad, el curso pastoral que comenzamos estará centrado en la preparación de una Asamblea Diocesana que me dispongo a convocar. Será, como os dije, un momento muy hermoso para tomar el pulso a nuestra Iglesia en Burgos y para sentir el gozo de pertenecer a ella como piedras vivas, con Jesucristo nuestra Piedra angular. También acabará el curso con la apertura del Año Jubilar, una ocasión singular para nuestra renovación cristiana desde la invitación a la santidad.
Como veis, la «vuelta al tajo» nos sitúa ante una hermosa y motivadora tarea, un camino marcado por una serie de acontecimientos que con la ayuda de Dios nos disponemos a recorrer con la alegría del Evangelio. Lo ponemos todo bajo el amparo de Nuestra Madre, Santa María La Mayor. ¡«Volvamos al tajo» con Ella, que salió presurosa al camino para anunciar la alegría de las maravillas de Dios!