Comienza la novena de nuestra Patrona
Francisco Gil Hellín (Arzobispo de Burgos)
Agosto está íntimamente vinculado con la Virgen María. No en vano en su mismo centro, exactamente el día 15, se encuentra la fiesta mariana más popular, junto con la de la Inmaculada: la Asunción de Nuestra Señora. Son incontables las iglesias que la tienen como titular y aun mayor es el número de imágenes de los retablos que representan este misterio.
Todo esto tiene especial relieve en Burgos. Porque, además de celebrar la Asunción con particular solemnidad en toda la provincia, en la Catedral va precedida y preparada con una novena en honor de Santa María la Mayor, que es la Patrona tanto de nuestro más emblemático templo como de toda la diócesis. Esta novena ha recibido un especial impulso en los últimos años, gracias al interés desplegado por el Cabildo Catedralicio y a la cooperación de los sacerdotes y fieles de la ciudad. Ello ha hecho posible que todas las parroquias de la ciudad hayan venido un día de la novena a la Catedral a venerar y suplicar a la que es "Reina y Madre de misericordia".
Este año volveremos nuevamente a los pies de esta Madre para honrarla como buenos hijos a lo largo de toda la novena. Los actos serán los acostumbrados. Todos los días, desde el 7 hasta el final, se rezará el Santo Rosario y la Novena a las 19,00 horas. Seguidamente la Santa Misa. Por último, canto solemne del himno a nuestra Patrona. Los actos tienen lugar en la nave central. Cada día de la Novena un canónigo predicará la homilía y nos ayudará a profundizar en el conocimiento y amor a la Virgen.
Siguiendo la costumbre de los últimos años, la víspera de la Asunción sacaremos en procesión a Santa María la Mayor por las calles adyacentes a la Catedral. Será una oportunidad para dar testimonio público de nuestra fe mariana y brindar a quienes nos vean la posibilidad de reavivar los sentimientos religiosos que laten en su corazón y que pueden estar un poco dormidos. Si los padres y abuelos vienen acompañados de sus hijos y nietos pequeños, realizarán un acto muy sencillo y, a la vez, muy pedagógico, para sembrar en ellos la devoción a la Virgen. A la postre, la devoción que tenemos los mayores hacia María, es fruto de la fe que sembraron nuestros padres y abuelos en nuestras almas. Por eso, invito a todos los padres y abuelos a venir a esta Procesión acompañados de sus hijos y nietos.
Esta invitación tiene este año un motivo añadido. Se trata, en efecto, de intensificar nuestras súplicas a la Virgen a favor del Sínodo de la Familia -que comenzará a principios del próximo octubre- y, a la vez, poner en sus manos el Año Santo de la Misericordia, que comenzará un poco más tarde. Ambas efemérides son de la mayor trascendencia.
En efecto, la familia y el matrimonio que la origina están en la base de la sociedad y de la Iglesia. Una familia y un matrimonio vividos con seriedad y hondura son la mejor garantía de una sociedad sana y progresista. Al contrario, una familia y un matrimonio debilitados son el mejor termómetro para medir una sociedad cuarteada y necesitada de consolidación. A nadie se le oculta que el matrimonio y la familia no están pasando por sus mejores momentos. ¿Qué mejor cosa podemos hacer que ponernos a los pies de la que es la Omnipotencia suplicante y Poderosísima Intercesora para que venga en ayuda de los Pastores de la Iglesia y les haga ver con claridad las decisiones que deben tomar para salvaguardar y potenciar el matrimonio y la familia?
En cuanto al Año de la Misericordia, ¿quién no se siente necesitado de ella y quién no advierte que es la mejor oferta que la Iglesia puede hacer al hombre de hoy?