¡Cristo vive! Mensaje del Papa a los jóvenes
Fidel Herráez Vegas (Arzobispo de Burgos)
«Cristo vive, Él es nuestra esperanza y la juventud más hermosa de este mundo. Todo lo que Él toca se vuelve joven, se hace nuevo, se llena de vida. Por eso, las primeras palabras que quiero dirigir a cada uno de los jóvenes cristianos son: ¡Él vive y te quiere vivo!». Así comienza la Exhortación Apostólica «Christus vivit», del Papa Francisco, publicada recientemente, como conclusión del último sínodo de los Obispos dedicado a la juventud. Pienso que este tiempo pascual ofrece un marco adecuado para el breve comentario que hoy quiero hacer sobre esa Exhortación, porque, como indica el título, la proclamación pascual ¡Cristo vive! constituye el punto de partida y el mensaje que el Papa quiere trasmitir a los jóvenes.
El documento va dirigido fundamentalmente a los jóvenes. Pero también «a todo el Pueblo de Dios», porque «la reflexión sobre los jóvenes y para los jóvenes nos convoca y nos estimula a todos», cuando vivimos sinodalmente nuestra experiencia de Iglesia. Deseo señalar por ello tres aspectos que me parecen fundamentales de este mensaje a los jóvenes y la interpelación que va dirigida a toda la comunidad eclesial.
Todos los jóvenes son destinatarios de lo que el Papa denomina «el gran anuncio». Hay muchos jóvenes, reconoce él mismo, para los que la religión, Dios y, sobre todo, la Iglesia son palabras vacías, porque nada esperan de ella. A ellos sin embargo se dirige también el centro del anuncio cristiano, que el Papa les expresa así: Dios, que es amor, «te ama, no lo dudes nunca», ama a cada uno porque es valioso para Él, porque le importa. Jesucristo «te salva», «vuelve a llevarnos una y otra vez sobre sus hombros», como el gran Amigo que nunca abandona. Y gracias al Espíritu, Jesús «vive»; «no lo recordemos como un buen ejemplo del pasado, como Alguien que nos salvó hace dos mil años; El vive y esto es una garantía de que el bien puede entrar en nuestras vidas».
Dios, el autor de la juventud, hace que los jóvenes sean una bendición para la Iglesia y para el mundo. Están llamados a cumplir una misión. Por eso repetidamente recomienda el Papa a los jóvenes que sueñen, que mantengan vivos sus sueños, que conserven siempre un espíritu abierto, que afronten nuevos desafíos. Deben arriesgar, aunque se equivoquen. Lograrán la felicidad si comparten con Jesús unos sueños que no son como los del mundo y si salen de sí mismos para reconocer la belleza oculta en cada ser humano, especialmente en los más pobres. «Los jóvenes están llamados a ser misioneros valientes, testimoniando en todas partes el Evangelio con su propia vida, lo que no significa hablar de la verdad sino vivirla».
En el campo de la pastoral y en la Iglesia deben sentirse y actuar como protagonistas. El Papa explica que la pastoral juvenil se ha visto abordada por cambios sociales y culturales y «los jóvenes, en sus estructuras habituales, no encuentran a menudo respuestas a sus preocupaciones, a sus necesidades, a sus problemas y a sus heridas». Tarea suya será buscar fórmulas nuevas; y han de sentirse libres para encontrar nuevos caminos, estilos y estrategias. Especialmente en los ámbitos que para ellos son más significativos y expresivos: el servicio en sus múltiples formas, el arte, la práctica deportiva, el contacto con la creación... Dentro de una Iglesia participativa y corresponsable podrán insertar todas sus aportaciones en la pastoral de conjunto.
De cara a ese objetivo todos en la comunidad eclesial debemos asumir la propia responsabilidad para ir configurando un «camino común». Los jóvenes, constata el Papa, desean una Iglesia que escuche y que acoja. Por eso pide que nuestras instituciones desarrollen una mayor capacidad de acogida, para comprender las difíciles situaciones que a veces deben afrontar. En la Iglesia debemos ofrecer el espacio y las condiciones para que encuentren un hogar y un ambiente de familia, de suerte «que no pierdan el fuego del encuentro con Cristo y la alegría de seguirlo».
La pastoral juvenil es siempre una asignatura pendiente, porque exige una renovación continua. Por ello el equipo de nuestra Delegación diocesana está preparando con ilusión el Proyecto Marco de Pastoral Juvenil. La tarea, sin embargo, no recae solamente sobre ellos. Cada comunidad eclesial puede y debe jugar un gran papel en la acogida y en el acompañamiento de los jóvenes.
Termino transmitiendo a nuestros jóvenes burgaleses el deseo del Papa, que hago mío, con el que concluye la Exhortación Apostólica: «Queridos jóvenes, seré feliz viéndolos correr más rápido que los lentos y temerosos. Corran atraídos por ese Rostro tan amado, que adoramos en la Sagrada Eucaristía y reconocemos en la carne del hermano sufriente. El Espíritu Santo los empuje en esta carrera hacia adelante. La Iglesia necesita su entusiasmo, sus intuiciones, su fe».