Día de la Iglesia Diocesana: Somos una gran familia contigo
Fidel Herráez Vegas (Arzobispo de Burgos)
Celebramos hoy el Día de la Iglesia Diocesana. Un día en que recordamos cada año que la pertenencia a la Iglesia universal se realiza y se concreta para nosotros en una diócesis, nuestra diócesis de Burgos. Un día que, al mismo tiempo, es una llamada especial a sentirnos unidos en la familia de todos los bautizados que seguimos a Jesucristo, caminando hacia el Padre, bajo la guía del Espíritu Santo.
«Somos una gran familia contigo» es el lema que este año, al igual que los dos anteriores, nos quiere ayudar a sentirnos parte activa de nuestra Iglesia en Burgos. El objetivo de esta Jornada es hacernos más conscientes de que vivimos y celebramos la fe en comunidad, unidos todos y en comunión con el Papa Francisco, en nuestra familia eclesial diocesana. Porque cada diócesis, como afirma el Concilio Vaticano II, en el conjunto de la Iglesia universal «constituye una Iglesia particular en la que verdaderamente está presente y actúa la Iglesia de Cristo una, santa, católica y apostólica» (Christus Dominus, 11).
A partir de este texto, el Papa Francisco, reclamando la necesidad de la conversión misionera, manifiesta que cada Iglesia particular «es el sujeto primario de la evangelización, ya que es la manifestación concreta de la única Iglesia en un lugar del mundo... Es la Iglesia encarnada en un espacio determinado, provista de todos los medios de salvación dados por Cristo, pero con un rostro local. Su alegría de comunicar a Jesucristo se expresa tanto en su preocupación por anunciarlo en otros lugares más necesitados, como en una salida constante hacia las periferias de su propio territorio o hacia los nuevos ámbitos socioculturales. Procura estar allí donde hace más falta la luz y la vida del Resucitado» (EG 30).
«Somos una gran familia». Somos una porción del Pueblo de Dios que formamos una comunidad viva de fieles que se alimenta de la Palabra de Dios y de la Eucaristía y que, como discípulos misioneros, tenemos la misión de anunciar el reino de Dios en nuestro mundo. Cada uno, según sus posibilidades, hemos de contribuir a mantener viva la Iglesia diocesana, con la ayuda de la gracia de Dios, que es, dice San Pablo, «quien activa en vosotros el querer y el obrar para realizar su designio de amor» (Flp 2,13).
«Contigo», dice también el lema. Esta familia diocesana cuenta contigo. Son muchas las tareas que se desarrollan en nuestra diócesis: en la catequesis y celebraciones litúrgicas, en la enseñanza religiosa escolar, en la actividad de nuestros numerosos misioneros, en la acción caritativo-social y en la atención a los enfermos, en el testimonio apostólico de los diferentes movimientos, cofradías, hermandades y asociaciones de cristianos laicos. Cada uno aportamos nuestro grano de arena: el obispo, los sacerdotes y diáconos, los religiosos y religiosas de vida contemplativa y activa, y todos los agentes de pastoral laicos comprometidos en nuestra Iglesia local. A todos agradezco de corazón vuestro trabajo y generosa entrega. Nuestra Iglesia, además, quiere estar abierta a la sociedad burgalesa para ser puente de esperanza, estar atenta a las necesidades de cuantos la requieran y ser sencilla mediadora del amor salvador de Dios. Por eso, tu colaboración en la vida y misión de la Iglesia, por pequeña que parezca, produce frutos abundantes para el bien de todos.
Con ocasión del Día de la Iglesia Diocesana os animo a tomar mayor conciencia de la necesidad de nuestra colaboración responsable para llevar adelante la misión que tiene confiada. Y, particularmente, quiero recordaros que también es muy importante nuestra colaboración económica, porque sin ella nuestras parroquias, nuestra Iglesia diocesana, no podría desarrollar gran parte de la labor que todos deseamos. Ayudar a la Iglesia en sus necesidades es un modo de reconocer y agradecer todo lo que recibimos de ella. Deseo que vuestra generosidad y la trasparencia en la administración de los recursos económicos contribuyan a una mayor implicación en el sostenimiento, entre todos, de nuestra familia eclesial diocesana.
Por todo ello quiero recordaros, especialmente hoy, lo que os decía en mi última Carta Pastoral: «La Iglesia existe en lo concreto, en nuestra diócesis, en las personas que con su presencia y su compromiso, con su apoyo –también con su crítica–, la hacen real y presente en esta sociedad burgalesa. En ella vive y actúa el Señor resucitado por la fuerza de su Espíritu. Y todos nosotros estamos llamados, según la responsabilidad que Dios nos ha dado a cada uno, a servir como piedras vivas en la edificación de nuestra Iglesia, aquí y ahora, en este tiempo que es el nuestro» (nº 4). Muchas gracias a cuantos en la vida diaria procuráis seguir edificando nuestra Iglesia diocesana en Burgos. Y mucho ánimo a cuantos podáis participar en esta importante labor.