Ciencia y Cristianismo
Fidel Herráez Vegas (Arzobispo de Burgos)
Dentro de unos días tendrán lugar en nuestra archidiócesis de Burgos las Jornadas Ciencia y Cristianismo, que se vienen organizando anualmente y celebran ya su VIII edición. Al preparar hoy estas palabras me ha venido a la memoria lo que, al finalizar el Concilio Vaticano II, expresaba en su «Mensaje a los hombres del pensamiento y de la ciencia». Les decía en concreto: «Un saludo especial para vosotros, los buscadores de la verdad; a vosotros los hombres del pensamiento y de la ciencia, los exploradores del hombre, del universo y de la historia... ¿Por qué un saludo especial para vosotros? Porque todos estamos a la escucha de la verdad. La Iglesia no ha de dejar de encontraros. Vuestro camino es el nuestro. Vuestros senderos no son nunca extraños a los nuestros. Somos amigos de vuestra vocación de investigadores... Nunca, quizá, gracias a Dios, ha aparecido tan clara como hoy la posibilidad de un profundo acuerdo entre la verdadera ciencia y la verdadera fe, una y otra al servicio de la única verdad». Me he detenido en este mensaje porque el sentir de la Iglesia, sobre la relación entre la ciencia y la fe cristiana, aun con las dificultades que se plantean con el pensamiento moderno, es el mismo ayer y hoy.
No se puede negar que en algunos momentos se han podido generar tensiones entre la salvaguarda de las creencias religiosas y los postulados de la ciencia, que en sus avances vertiginosos hasta parecería cuestionar la necesidad de Dios. Hoy, por ejemplo, se intenta imponer, desde un laicismo excluyente, un principio según el cual, la ciencia sería un sustitutivo o alternativa de la religión. Por el contrario, fe y ciencia bien entendidas no se excluyen, son dos maneras complementarias de entender la realidad total y en especial la realidad humana. La ciencia no es el fin de todas las cosas; es simplemente uno de los medios, para investigar, descubrir y utilizar el conocimiento de la maravillosa obra del Creador. Ahora bien, ¿podría haber surgido la ciencia moderna en el seno de otra civilización?; ¿por qué ha hecho su aparición una sola vez y en unos países determinados, precisamente cristianos? Lo innegable es que ésta ha surgido en un momento histórico concreto y en un continente preciso; ese continente ha sido profundamente cristianizado y su historia penetrada por la savia de la revelación bíblica. Resulta superficial pensar que fue pura casualidad o una coincidencia producto del azar. Por ello, el cristianismo fue padre de la ciencia.
Desde esta convicción, la constitución conciliar Gaudium et spes mantiene que los resultados de la ciencia y de la técnica son en sí mismos positivos, «signo de la grandeza de Dios y consecuencia de su inefable designio en la medida en que se encaminan al bien de la humanidad» (GS 34s.). La Iglesia católica no se opone en modo alguno al progreso, al contrario, considera la ciencia y la tecnología un maravilloso producto de la creatividad humana donada por Dios; ellas nos han proporcionado y nos siguen ofreciendo grandes posibilidades; y nos hemos beneficiado de ellas personal y socialmente. En cuanto don de Dios, el punto central de referencia para toda aplicación científica y técnica es el respeto del ser humano, que debe ir acompañado por una necesaria actitud de respeto también hacia las demás criaturas.
En la misma línea Papa Francisco, en el reciente documento Veritatis Gaudium, invita a todas las universidades y facultades católicas a potenciar el «diálogo a todos los niveles, no como una mera actitud táctica, sino como una exigencia intrínseca para experimentar comunitariamente la alegría de la Verdad y para profundizar su significado y sus implicaciones prácticas» (VG, 4). Así mismo, les anima a «ensanchar la razón» y a llevar a los diferentes ámbitos del saber humano la aportación decisiva de la levadura, de la sal y de la luz del Evangelio de Jesucristo y de la Tradición viva de la Iglesia.
Así pues, agradecemos y saludamos con agrado las VIII Jornadas Ciencia y Cristianismo, organizadas por nuestra Facultad de Teología para los días 24 al 26 de este mes. A la luz de la ciencia y de la fe, pondrán su foco de atención este año sobre el tema del miedo en tres escenarios cotidianos: miedo al sufrimiento y al límite cuando desaparece la salud y se acerca la muerte; miedo a perder la intimidad, la propiedad intelectual y la libertad, por la amenaza desde el ciberespacio; miedo y seguridad en la esfera religiosa por una verdadera o falsa imagen de Dios. ¡Os animo a participar en ellas!