Campaña contra el hambre: Llamados a compartir
Fidel Herráez Vegas (Arzobispo de Burgos)
El segundo domingo de febrero se ha convertido en una de las referencias habituales para nuestra implicación cristiana y eclesial. La Campaña contra el Hambre, promovida cada año por Manos Unidas, ha conseguido formar parte de nuestra vida, porque nos urge a reflexionar, compartir y trabajar contra esa gran lacra que todavía sigue azotando amplios ámbitos de nuestro mundo. Todas las personas de buena voluntad de cualquier procedencia, religión, ideología... estamos invitadas a unir nuestras manos contra el hambre, la pobreza y las estructuras injustas que perpetúan esta situación. La Iglesia en España, a través de Manos Unidas, se siente «servidora de los pobres», y une sus manos con todos los que trabajan por el desarrollo y la promoción humana del llamado tercer mundo.
Nuestra Iglesia diocesana, quiere ser también, y pienso que lo es, especialmente sensible a esta realidad. Por eso hoy, al tiempo que os pido que sigamos trabajando en ello con empeño, deseo expresar mi admiración y mi agradecimiento a todas las personas voluntarias que entregan tanto esfuerzo, tanta generosidad y tanta ilusión sirviendo a nuestra Iglesia desde la ayuda a los más pobres, a quienes padecen hambre y necesidad; mi gratitud igualmente para quienes, desde las parroquias y arciprestazgos asumís proyectos concretos; o para quienes desde los Centros educativos y tantas instituciones y grupos lanzáis iniciativas de sensibilización y colaboración. A todos os animo a seguir siendo profetas en nuestro tiempo. También a interesar ya desde ahora a los niños y adolescentes para que se vayan solidarizando con esta tragedia de la humanidad.
Con esta Campaña Manos Unidas cierra un ciclo de tres años, centrados en dar respuesta a las causas y problemas que provocan el hambre en el mundo, en reclamar mayor acceso a los alimentos, en promover una producción más sostenible desde el punto de vista del medio ambiente y en luchar contra la pérdida y el desperdicio de alimentos. Para este año 2018, subraya tres cuestiones que considera esenciales, muy presentes en la encíclica Laudato Si del Papa Francisco: favorecer el acceso a los alimentos para consumo humano y no para el beneficio económico; impulsar sistemas de producción medioambientalmente sostenibles y plantear propuestas que eviten la pérdida y el desperdicio de alimentos.
El lema de la Campaña de este año es «Comparte lo que importa». Con él se nos invita a compartir los alimentos, algo tan importante para la supervivencia de los pobres, pero también se nos estimula a compartir con nuestros amigos y conocidos a través de las redes sociales la situación de los más de ochocientos millones de personas que pasan hambre en el mundo. Cada uno de nosotros podemos ser agentes de sensibilización a través de los nuevos medios de comunicación. La imagen de la Campaña trata de conectar con los símbolos de nuestra época: es un móvil que actúa como regadera para distribuir agua en terrenos áridos, de modo que se transforme en un frondoso huerto familiar con árboles y pozos de agua tan necesaria para subsistir.
El problema del hambre sigue resonando como un escándalo sobre todo para los cristianos y para las sociedades del bienestar. Es un escándalo, porque lo que se necesita no es más comida sino más gente comprometida para distribuir y compartir. Es un escándalo, porque sigue creciendo el número de personas que pasan hambre: el año pasado se aumentó en más de un diez por ciento, especialmente por los millones de personas desplazadas a causa de crisis alimentarias. Por eso no podemos permanecer indiferentes.
Cada uno de nosotros debemos recoger ese clamor para ser más solidarios y para que nuestro estilo de vida sea sobrio y austero. A la luz del Evangelio de este domingo, pidamos al Señor que nos libre de la lepra, de esa lepra que puede corroer nuestro espíritu haciéndonos indiferentes ante el sufrimiento de tantos hermanos nuestros.