Carta a los niños
Fidel Herráez Vegas (Arzobispo de Burgos)
Mis queridos niños y niñas:
Se acercan ya los días de la Navidad. Seguro que en estas fechas ya habéis puesto los Nacimientos en vuestros hogares. Ese espacio de vuestra casa es un lugar especial. Me atrevería a decir que se trata de un lugar casi sagrado al que os invito a visitar constantemente y a cuidar con esmero y cariño. Porque en esas escenas que con tanta ilusión habéis colocado o habéis ayudado a hacerlo a vuestros papás, se nos recuerda no solo un hecho histórico acontecido hace muchos años en la ciudad de Belén. En esas imágenes descubrimos una verdad que a los cristianos nos llena de enorme alegría: Dios se ha hecho niño, Dios ha nacido y vivido entre nosotros...
Quizás muchos de vosotros habéis sentido también la alegría del nacimiento de un hermanito... Pues mucho mayor es la alegría de los cristianos al conmemorar el Nacimiento de Jesús: ¡qué bello sentir que Dios se ha hecho un niño igual que tú! Por eso es tan bonito que, de vez en cuando, cojamos ese Niño Jesús y con mucho respeto y cuidado le demos un beso. Un beso que exprese nuestro cariño y nuestra admiración, que sea signo de nuestra adoración. Pero un beso que signifique también un pequeño compromiso: el compromiso de querer ser como Jesús y de querer a todos como los quiere Él. El compromiso de besar también a tantos hombres y mujeres, los pobres, en los que hoy Jesús se sigue haciendo presente entre nosotros como en aquella primera Navidad.
La verdad es que estos días quizás andáis un tanto nerviosos e inquietos, metidos en mil y una iniciativas de vuestros colegios, familias y parroquias. A veces nos podemos despistar olvidándonos de lo auténticamente importante: tal vez nos podemos distraer con tanto ruido, regalos, comidas, encuentros, viajes, vacaciones ... La alegría que estas fechas expresamos ha de transparentar el gozo que llevamos en nuestro corazón: Estamos contentos y hacemos tanta fiesta porque Jesús nace para todos, Jesús está con nosotros.
También en estos días algunos de vosotros habéis salido o saldréis por las calles y plazas de nuestra ciudad de Burgos y de nuestros pueblos sembrando todos los rincones de estrellas que simbolizan la Luz de Belén. Las colocaréis en las solapas de todos aquellos con quienes os encontréis; allí les pondréis una estrellita que lleva escrito un lema muy hermoso: «Jesús nace para todos», mientras vais acompañándolo todo con vuestros villancicos. Se trata de un gesto sencillo y hermoso, pues felicitamos así la Navidad en nombre de todos los misioneros, que son tantos en nuestra Diócesis. Y se trata tambén de llevar el mensaje de Amor de Jesús a todos y recordarles lo esencial de estos días: el Nacimiento de Jesús.
No sé si os dais cuenta de que con ese pequeño gesto también vosotros os convertís en misioneros en medio de nuestra ciudad. Ser misionero es ser amigo de Jesús y llevarle con la palabra y con la vida a todos los ambientes donde vivimos. Es anunciar y comunicar que para nosotros Jesús es importante, porque nos llena de alegría y de paz, y nos empuja a vivir una vida que se transforma en don y entrega a los demás para que este mundo sea cada día un poco mejor. Cuando llenéis todo Burgos de estrellas y villancicos estaremos haciendo realidad lo que nos gustaría que fuera nuestra Iglesia: una Iglesia de discípulos misioneros. Discípulos que seguimos a Jesús y Misioneros que lo transmitimos y comunicamos con alegría allá donde nos encontramos.
Por eso quiero desearos a todos vosotros, queridos niños y niñas, una feliz Navidad. La Navidad verdadera tiene un protagonista: Jesús, Dios hecho niño, un Niño como vosotros. Que viéndolo y contemplándolo, junto a la Virgen su Madre, sepáis llenaros de su ternura y su alegría. Yo le pido que os bendiga, y a vuestras familias y a vuestros amigos. Rezad también por mí.
Con mi abrazo para todos y cada uno de vosotros.