2017: Un año para construir la paz
Fidel Herráez Vegas (Arzobispo de Burgos)
¡Feliz Año Nuevo! Estas palabras las repetiremos durante los primeros días del año que Dios nos ha regalado. Lo diremos a todas las personas con las que nos encontremos, se lo haremos llegar especialmente a los que nos son más cercanos y queridos. Hoy es también mi deseo para todos y cada uno de vosotros a los que, como tantas veces os digo, os quiero, estoy llamado a serviros y pido a Dios su gracia y bendición para cada día del año que vamos a estrenar.
El 1º de enero, aparte de las connotaciones sociales y litúrgicas que tiene, la Iglesia celebra la Jornada Mundial de la Paz. Se trata de una iniciativa que comenzó hace cincuenta años, promovida por el Papa Pablo VI, precisamente para reflexionar y orar juntos por el don de la paz. El deseo de la paz resuena especialmente en las fechas navideñas cuando, en torno al Misterio de Belén, los ángeles cantaron «Paz a los hombres de buena voluntad». Es este un deseo profundo de nuestro corazón, un fuerte anhelo de la humanidad salpicada de tantas formas de violencia. Al inicio del nuevo año es también el compromiso y la tarea que nos podemos marcar, personal y comunitariamente, para prolongar la Noche de Paz por antonomasia en un año entero de paz.
Con este motivo, y como todos los años, el papa Francisco ha escrito un sencillo y profundo mensaje que os invito a leer. Lleva por título: «La no violencia: un estilo de política para la paz». En el fondo nos plantea la contradicción y el sinsentido de querer solucionar los problemas personales y de nuestro mundo desde la violencia. Y lo hace con el ánimo de abrir otros caminos para las políticas y los comportamientos sociales, desde una opción por la paz.
En efecto, junto a nosotros y a través de los medios de comunicación diariamente percibimos la violencia que provoca tanto sufrimiento: guerras en diferentes países y continentes; terrorismo, ataques armados impredecibles; abusos contra los refugiados y emigrantes; devastación del medio ambiente; violencia doméstica y abusos contra los niños; injusticias sociales y laborales... La violencia nos salpica de muchas formas y maneras, con el único objetivo de buscar el poder y el poseer. Y parece introducirnos en una vorágine que nos hace responder con más violencia a todos estos comportamientos.
«La violencia, no es la solución para nuestro mundo fragmentado». Jesús nos enseñó y nos mostró un camino diferente que es capaz de vencer este círculo fácil y contagioso: es el camino de luchar contra el mal que nos rodea desde el amor y la misericordia, de buscar la justicia que conduce a la paz, sin violencia..., de vencer el mal a fuerza de bien. A eso nos invita la bienaventuranza del Maestro: «Bienaventurados los mansos de corazón porque ellos poseerán en herencia la tierra». Esta es la única propuesta capaz de regenerar nuestro mundo. Así lo resume el Papa en su mensaje: «ser hoy verdaderos discípulos de Jesús significa también aceptar la propuesta de la no violencia. Esta propuesta –como ha afirmado mi predecesor Benedicto XVI– es realista, porque tiene en cuenta que en el mundo hay demasiada violencia, demasiada injusticia y, por tanto, sólo se puede superar esta situación contraponiendo un plus de amor, un plus de bondad. Este plus viene de Dios».
No es este un camino nuevo, ni un camino infecundo. Es el camino que inició Jesús, manso y humilde de corazón, y que a lo largo de la historia, han recorrido tantos hombres y mujeres en el seno de la Iglesia y fuera de ella: Madre Teresa de Calcuta, Gandhi, Luther King, Leymah Gbowee... Camino que nos ha mostrado que la paz es un trabajo artesano que se fragua en el corazón de cada persona y que se manifiesta después, de forma concéntrica, a través de las diferentes relaciones que el ser humano va estableciendo con los demás hombres, con las estructuras sociales y, posteriormente, a través de las misma instituciones entre sí. Si la violencia genera violencia, también la paz engendra paz. Seamos personas de paz, pacificadores, con la paz que nace del corazón. Un corazón que se educa privilegiadamente en la familia, lugar y ámbito que nos enseña a solucionar los conflictos, no con la fuerza sino desde el amor, el diálogo y la misericordia.
Os deseo a todos un año 2017 lleno paz, de la mano de María, Reina de la Paz. Que el deseo de paz que anida en nuestro corazón nos ayude a acoger este don del Espíritu y a recorrer el nuevo año por los caminos de la paz. Con este deseo, y de corazón, ¡Feliz Año Nuevo!