El Domund y la imposición del palio enriquecen nuestra experiencia eclesial
Fidel Herráez Vegas (Arzobispo de Burgos)
Este domingo deseo comentar con vosotros dos acontecimientos de hondo contenido eclesial: la celebración del DOMUND y la imposición del Palio arzobispal que tendrán lugar en nuestra Iglesia diocesana y en nuestra ciudad. Son de carácter distinto, pero uno y otro constituyen una invitación a redescubrir y a valorar la catolicidad de la Iglesia, la necesidad de ser discípulos misioneros y de vivir la comunión con otras Iglesias diocesanas.
La celebración del DOMUND (Domingo Mundial de las Misiones), a lo largo de sus noventa años de existencia, se ha hecho profundamente popular y familiar no sólo en el ámbito eclesial sino en el conjunto de la sociedad española, porque hace presente el núcleo del Evangelio y porque sintoniza con los más nobles ideales humanos. La vocación misionera es uno de esos carismas que realmente revitalizan y rejuvenecen nuestra Iglesia.
Nuestra sensibilidad misionera no debe reducirse a esa jornada. El pasado día 7 presidí la inauguración de las distintas actividades que jalonan el ‘Octubre misionero’. Más allá de este mes, a lo largo de todo el año debemos acompañar con nuestra oración y nuestro apoyo a los más de setecientos misioneros de nuestra diócesis que han realizado en su vida el lema de este año: Sal de tu tierra, para dar testimonio de la misericordia de Dios, casi siempre entre los más pobres y necesitados. No podemos olvidar que ellos llevan adelante una tarea y una responsabilidad que en realidad nos corresponde a todos nosotros, y que gracias a su compromiso estamos en comunión viva con hermanos nuestros de otros continentes.
El segundo acontecimiento, la imposición del Palio arzobispal que tendrá lugar el próximo viernes, es una prolongación de la solemne ceremonia realizada en la basílica de San Pedro el pasado 29 de junio. En aquel momento, como ya os informé en uno de mis mensajes dominicales, el Papa nos lo entregó a cada uno de los nuevos arzobispos como gesto de unidad y de comunión.
Ahora bien, el símbolo del Palio tiene otra dimensión: expresar la relación del arzobispo y su sede con las diócesis vecinas y sus respectivos obispos. Desde la antigüedad cristiana las diócesis se organizaban en torno a la metrópoli, a la ciudad más importante de la región. El obispo de esta ciudad era denominado metropolitano, y tenía como tarea fomentar la comunión entre las Iglesias diocesanas y presidir las reuniones o concilios de los obispos para tratar cuestiones que afectaban a todas.
Hoy existen las provincias eclesiásticas. Burgos es la sede metropolitana de las diócesis sufragáneas: Bilbao, Palencia, Vitoria y Osma-Soria. Por eso la imposición del Palio la realizará el nuncio en nuestra Catedral, que es denominada basílica metropolitana, en presencia de los obispos de esas diócesis (o del administrador diocesano en caso de sede vacante, como sucede en este caso con Osma-Soria). Estas estructuras y dinamismos de comunión, como propone el Papa Francisco, deben jugar cada vez un mayor papel en la misión de la Iglesia, ante los proyectos pastorales y evangelizadores que debemos asumir, pues nos deben ayudar a profundizar nuestra experiencia de unidad y catolicidad.
Deseo que la jornada del DOMUND renueve el espíritu misionero en cada uno de nosotros, para anunciar cada día el Evangelio en el pequeño mundo que nos rodea. Y en cuanto a la imposición del Palio, ya que también formáis parte de este acontecimiento eclesial, cuento con vuestra oración para que Dios me ayude a vivir mi servicio episcopal entre vosotros anunciando a Jesucristo, en viva comunión con las diócesis hermanas y con la Iglesia universal.