La Pastoral Rural siembra los campos de esperanza
Mario Iceta Gavicagogeascoa (Arzobispo de Burgos)
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy, cuando los campos comienzan a vestirse de estío y a adquirir un tono más otoñal, quisiera agradecer la labor de la Pastoral Rural en la Iglesia.
La misión de la Iglesia es ser la sal de la tierra y la luz del mundo (cf. Mt 5, 13-16). Fieles, pues, a este mandato que el Señor nos plantea, las parroquias deben ser «un germen seguro de unidad, de esperanza y de salvación para todo el género humano» (LG, 9), que ha de estar íntimamente ligado al corazón de nuestros pueblos.
Me vienen al recuerdo las palabras que el Papa Francisco dirigió el pasado 27 de abril a nuestra comunidad del Seminario de Burgos, durante la audiencia privada que nos concedió en la sala Clementina del Vaticano: «Jesús me quiere en esta tierra vaciada para llenarla de Dios, es decir, para que lo haga presente entre mis hermanos, para que construya comunidad, Iglesia, Pueblo… Sin caridad a Dios y a los hermanos, sin caminar de “dos en dos” –como dice el evangelista– no podemos llevar a Dios».
Asimismo, el Santo Padre destacó la necesidad de manifestar al Señor «una disponibilidad absoluta, rogándole que nos envíe a nosotros, aunque parezcamos poco ante un trabajo –la mies– tan grande». Y también hizo referencia a mostrar una actitud de abandono y de confianza, hasta que «el vacío sólo se haga en nuestro corazón para acoger a Dios y al hermano, desprendiéndonos de las falsas seguridades humanas». Tener a Dios en nosotros nos llena de paz, reveló, «una paz que podemos llevar a todos los pueblos y ciudades; de ese modo, llenarán con su luz los campos que ahora parecen yermos, fecundándolos de esperanza».
Y este es el mensaje que deseo transmitir a todas las comunidades parroquiales que viven su fe y su tarea evangelizadora en el mundo rural: colmad de luz los campos y fecundad la Tierra de belleza, siendo conscientes de que Dios va por delante de vuestra acción y os llama a ser fermento, sal y luz de la parcela de su Iglesia que os ha confiado. Es una misión inmensamente gratificante cuando se hace con entrañas de amor y con el único objetivo de sembrar a manos llenas, sin esperar una gran cosecha que consuele el cansancio. Al final, será Dios y sólo Él quien haga germinar y florecer los frutos.
Pongo la mirada en las Orientaciones Pastorales que hemos presentado para estar aún más cerca de vosotros como Iglesia en el ámbito rural que peregrina en nuestra archidiócesis burgalesa. Estas ideas se han llevado a cabo como respuesta a una de las propuestas de la Asamblea Diocesana de Burgos (cf. n. 167) y del Plan pastoral diocesano 2023-2027, en el que se pedía «elaborar unas orientaciones pastorales para el mundo rural y poner los medios para que puedan desarrollarse en las diversas dimensiones de la vida cristiana» (acción 20). En este sentido, hemos de conocer la tierra en la que vamos a sembrar el Evangelio y dejarnos interpelar por ella para dar una respuesta creyente, constatando sociologías distintas pero teniendo en cuenta que la movilidad, la tecnología, la digitalización, etc., hacen que lo rural y lo urbano compartan más desafíos de lo que en principio pueda parecer.
En verdad, la actual situación social y eclesial requieren una atención esmerada al mundo rural. Los retos que descubrimos son una llamada a la conversión pastoral, a renovarnos personal y comunitariamente, a evangelizar con pasión y a comprometernos en la acción sociocaritativa. Por eso es tan necesaria una pastoral más evangelizadora y misionera, donde las comunidades estén vivas y sean capaces de sembrar e irradiar el Evangelio en el contexto religioso y social de nuestros pueblos.
Sin olvidar los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, quienes trabajáis en este ámbito rural fomentáis el cuidado de la Casa Común, poniendo en el centro a los más vulnerables y su dignidad como personas, aprovechando el entorno natural que tenemos –tan rico en bienes y matices– y sintiendo como propio aquello que estimula o dificulta la vida.
Le pido a Santa María la Mayor que interceda por cada uno de vosotros, para que sigáis encarnando su mirada fiel y compasiva en el mundo rural de una manera tan entrañable. Vuestro esfuerzo jamás será en vano. Recordad siempre que Dios actúa en nuestra historia y en las raíces de nuestra Tierra merced a corazones entregados como los vuestros.
Con gran afecto, pido a Dios que os bendiga.