El espíritu ecuménico y su permanente actualidad
Fidel Herráez Vegas (Arzobispo de Burgos)
Estamos celebrando la Semana de Oración por la unidad de los cristianos. Deseo aprovechar esta ocasión para invitaros a descubrir su profundo sentido y su palpitante actualidad, pues el espíritu ecuménico ayuda a la maduración de nuestra fe y a la transparencia de nuestro testimonio como Iglesia en este mundo pluralista y multicultural.
Debemos valorar ante todo como un don de Dios el hecho de que, desde hace más de un siglo, durante una semana los cristianos de todas las tradiciones y confesiones recemos juntos, mostrando la unidad de la fe por encima de nuestras diferencias y prejuicios. El lema de este año recuerda que nos encontramos unidos en algo fundamental: todos los cristianos estamos, dice el lema, «Destinados a proclamar las grandezas del Señor», según señala la primera carta de San Pedro. Esa vocación y esa tarea, que compartimos todos los bautizados, sólo serán realmente creíbles si las realizamos unidos, en comunión, como testimonio evangélico de reconciliación en un mundo atravesado por tantas divisiones y enfrentamientos. Así contribuimos de modo visible y eficaz a la unidad de toda la familia humana.
Hay otras razones que confieren a nuestra actitud ecuménica una urgencia y una actualidad de especial relevancia. Desearía compartir con vosotros dos de ellas, para que podamos situarnos como cristianos de un modo consciente y responsable en este momento histórico que estamos protagonizando.
En primer lugar, los movimientos migratorios han acrecentado también entre nosotros la presencia de otras Iglesias y confesiones cristianas, de diverso carácter y procedencia. No podemos ser ciegos ni indiferentes ante este nuevo fenómeno al que no estábamos acostumbrados. Debemos reaccionar con actitud ecuménica, es decir, cristiana y católica. Nuestra diócesis se ha abierto al diálogo y al encuentro con otros grupos cristianos no católicos de modos diversos: ofreciendo incluso lugares para sus reuniones litúrgicas, abriendo mesas de reflexión común, manteniendo contactos con sus responsables y representantes, como yo mismo he hecho recientemente. Asimismo, durante la Semana de Oración se programan cada año iniciativas de diverso tipo: plegaria común, conferencias sobre temas ecuménicos, mesa redondas con participantes de las diversas tradiciones cristianas... Con ello se pretende facilitar el conocimiento mutuo, superar prevenciones e incomprensiones, reconocer que también entre los otros cristianos se manifiesta la fecundidad del Espíritu para el anuncio del Evangelio, para que Cristo sea conocido.
La segunda razón nos interpela con más fuerza. Los últimos años ha adquirido mayor actualidad lo que los últimos Papas han denominado ecumenismo de sangre. En diversos lugares del mundo son perseguidos y asesinados cristianos por el mero hecho de serlo. Esa violencia no distingue entre católicos, ortodoxos, anglicanos, evangélicos. En la experiencia del martirio nos sentimos todos unidos, ante un testimonio que es un don y un estímulo para todos nosotros. Este año serán beatificados en nuestra diócesis cinco mártires. Ello debe hacernos aún más sensibles ante ese testimonio que sigue produciéndose en nuestra época. La sangre de los mártires es manantial de comunión entre todos los cristianos. Os invito a que esta experiencia tan profunda de nuestra fe se haga presente en vuestra oración, porque ello hará más madura vuestra fe y más sincero vuestro encuentro con todos los que confiesan a Jesús como Señor y Salvador.
Todo lo realizado hasta el momento son etapas de un camino que debemos seguir recorriendo con nuestros hermanos cristianos. En este itinerario comprenderemos mejor nuestra identidad como católicos y experimentaremos el gozo de ser fieles al mandato del Señor que nos pidió que viviéramos en unidad para que el mundo crea: «Que todos sean uno..., para que el mundo crea que Tú me enviaste» ( Jo 17, 21).
«Esta unidad, dice el Papa Francisco, la hace el Espíritu Santo». Pero nosotros podemos desear y pedir de corazón, sigue diciendo el Papa, «la unidad que comienza sellada por un solo Bautismo y que todos tenemos. La unidad que vamos buscando juntos en el camino. La unidad espiritual de la oración, los unos por los otros»... «buscando juntos, pidiendo juntos la gracia de la unidad» (Videomensaje a la diócesis de Phoenix, Estados Unidos, 24 mayo 2016).