Día de la Iglesia Diocesana en el Año Jubilar

Mario Iceta Gavicagogeascoa (Arzobispo de Burgos)

mario iceta

 

Queridos hermanos y hermanas:

 

Somos lo que tú nos ayudas a ser. Somos una gran familia contigo. Con este lema, nacido de ese milagro de amor tan infinito que nos recuerda que somos una gran familia que se hace una sola familia en la fe, celebramos hoy el Día de la Iglesia Diocesana en este Año Jubilar del octavo centenario. Hoy debemos reconocernos como realmente somos: miembros de la familia de Dios que se llama Iglesia. Y, en ese andar diario, construimos juntos el hogar, caminamos adheridos a las huellas del Maestro y compartimos la mesa que Cristo ha preparado para nosotros. Haciéndonos uno, entregando lo que somos, siendo una gran familia.

Este Día de la Iglesia Diocesana nos llama a construir «una Iglesia con Pueblo». Con esta afirmación tan llena de sentido invitaba el Papa Francisco a obispos, sacerdotes y religiosos, en un encuentro celebrado en 2018 en la basílica de San Juan de Letrán, a sanar algunas de la «enfermedades espirituales» que sufren algunas parroquias y comunidades, con la esperanza de «encontrar» una cura para estas «dolencias del alma».

Y es verdad que, en ocasiones, la brecha generacional que se da también dentro de la propia Iglesia, la rutina, la falta de nuevos propósitos, el hastío por no encontrar horizonte o el cansancio del día a día hacen mella en nuestra manera de vivir la fe. Sin embargo, continuar, aun cuando no quedan fuerzas, siempre merece la pena. ¿Por qué? Porque contra todo pronóstico perjudicial o apático, Dios nos llama cada día a hacernos comunidad, a ser receptores y transmisores de esta Belleza «tan antigua y tan nueva» (San Agustín) y a aunar los dones que a cada uno Dios ha regalado para ser y hacernos Iglesia, con los pobres, los enfermos y los más necesitados situados en los primeros puestos de la Mesa del altar.

El Papa nos ha convocado a potenciar la dimensión sinodal del Pueblo de Dios. Este camino sinodal «que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio», como ha reiterado el Santo Padre en más de una ocasión, es un compromiso y una dimensión constitutiva de la Iglesia. Un «camino», una «verdad» y una «vida» (Jn 14, 6) que nosotros, como «discípulos del camino» (Hch 9, 2), somos convocados a recorrer, a creer y a vivir. En esta dimensión sinodal se inserta la Asamblea Diocesana y en este año jubilar que culminará durante este curso pastoral y serán clausurados el día de Pentecostés. Un camino que realizamos juntos, convocados por el Señor, que se hace presente en el caminar de su Pueblo.

Somos los hijos preferidos del Padre y, en un acto inenarrable de amor por parte de Dios, somos convocados en torno a la mesa pascual, al banquete eucarístico que nos convierte en comunidad parroquial, fraterna y diocesana. Y esta sustancia profunda del misterio y de la misión de la Iglesia nos hace hermanos.

Iglesia «es el nombre que indica caminar juntos», decía san Juan Crisóstomo. Un sendero que, además, implica el sostenernos los unos a los otros; porque ser cristiano no es solo una manera de mirar, es una forma de vida que afecta a todo lo que somos y hacemos. De otra manera, sin este sostenimiento comunitario de la vida seríamos velas sin luz, manos vacías y vasijas deshabitadas del Amor que completa nuestra existencia.

Hijos de un mismo Padre y, por tanto, hermanos. Y esta unión con Dios Trinidad nos anima a abrazar juntos, como Pueblo de Dios, este camino común que brota del Evangelio de Jesús y que hoy, más que nunca, está llamada a encarnarse en la piel de la historia.

Que este Día de la Iglesia Diocesana nos abra, aún más, el corazón al Misterio, para que –afianzados en la persona de Jesús de Nazaret y en el corazón compasivo de la Santísima Virgen María– abracemos, en comunión, a la humanidad entera. Agradezcamos y participemos con gozo y esperanza en la Asamblea Diocesana en este año jubilar, un don grande que Dios concede a nuestra Iglesia que peregrina en Burgos. Porque siendo Iglesia, siendo pueblo de Dios seremos una gran familia contigo.

Con gran afecto y con la bendición de Dios.

Parroquia Sagrada Familia