Mensaje del Papa Francisco
“El Adviento es un tiempo para reconocer los vacíos que hay en nuestras vidas, suavizar la aspereza del orgullo y hacer un lugar en nuestro corazón a Jesús que viene”.
El profeta Isaías se dirige al pueblo anunciando el final del exilio de Babilonia y el regreso a Jerusalén.
“Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado”(40,3); los valles que se levantarán representan todos los vacíos de nuestro comportamiento ante Dios, como puede ser el hecho de no orar, la falta de caridad; así como todos nuestros pecados de omisión. Mientras que los montes que “debemos allanar”, son el orgullo, la soberbia, y la prepotencia.
“Debemos adoptar una actitud de mansedumbre y humildad para poder preparar la venida de nuestro Salvador, que es manso y humilde de corazón (cfr Mt 11,29)”, todas estas acciones deben llevarse a cabo con alegría, ya que están “encaminadas a la llegada de Jesús”.
“El Adviento, es por tanto, un tiempo propicio para orar más intensamente, para reservar a la vida espiritual un lugar importante, y para estar más atentos a las necesidades del prójimo, como lo estuvo Juan el Bautista”, así “podremos abrir caminos de esperanza en el desierto del corazón árido de tantas personas”.