Evangelio del Domingo, 20 de Septiembre de 2015
El evangelio de hoy tiene una temática muy similar a la del domingo anterior. La diferencia radica, sobre todo, en que hoy no es sólo Pedro el que reacciona en contra de la Pasión y Muerte de Jesús sino todos los demás apóstoles.
Jesús había anunciado con toda claridad: “El Hijo del hombre -Él- va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán, y al tercer día resucitará”. Ante una predicción igual que esta, la reacción de Pedro había sido: “eso no puede ser”. La reacción de los demás apóstoles es ponerse a discutir sobre quién de ellos es el más importante. Para ellos, lo mismo que para Pedro, el Mesías tenía que ser un vencedor, un triunfador. Por eso, no puede ser entregado en manos de sus enemigos ni ser ejecutado. Jesús había anunciado su humillación y ellos aspiran a la grandeza, pues “por el camino habían discutido quién era el más importante”. Jesús había recriminado a Pedro con severidad. Hoy lo hace con los demás.
Es verdad que sus palabras no parecen tan duras, pues no les llama “satánas” ni les dice “apartaos de mí”, como le había dicho a Pedro. Pero la descalificación no es menos contundente. Porque “Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: el que quiera ser el primero, que se haga el último de todos y el servidor de todos”. Y para dar todavía más fuerza a sus palabras, coge a un niño, lo pone en medio y, abrazándole, les dice: “Quien acoge a un niño como este en atención a Mí, me acoge a Mí”.
La lección está servida: “el grande” según el evangelio no es el que tiene dinero, posición social, prestigio, poder. El “grande” es el que es servidor de los demás. La grandeza que ofrece Jesucristo es la grandeza de servir, de dar la vida, no la de los honores. Algo muy exigente, pero muy hermoso y sumamente actual.
Porque todos tendemos espontáneamente a pensar que el que sirve está debajo, mientras que el que es servido está en la cumbre y es el primero. Según Jesucristo, el que no sirve, no puede ser grande, no puede ser el primero. ¿Qué familia, qué sociedad, que Iglesia tendríamos si asumiéramos todos –los de abajo y los de arriba- el criterio que propone Jesucristo?
Lectura del santo evangelio según san Marcos (9,30-37):
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se entera se, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.» Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó:
«¿De qué discutíais por el camino?»
Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:
«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.»
Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:
«El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»